Suzudo
2008-08-07 14:30:32 UTC
Phillip E. Johnson
La Peligrosa Idea de Daniel Dennett
Nota introductoria: Este ensayo-reseña fue publicado en el número de
octubre de 1995 de The New Criterion [El Nuevo Criterio], una revista de
temas culturales publicada en la ciudad de Nueva York. Hace frente al
tema central de tres importantes nuevos libros: Darwin's Dangerous Idea
[La peligrosa idea de Darwin], del filósofo Daniel Dennett; Reinventing
Darwin [Reinventando a Darwin], por el paleontólogo Niles Eldredge, y
The Construction of Social Reality [La construcción de la realidad
social], por el filósofo John Searle.
La fértil imaginación de Daniel Dennett queda cautivada por la muy
peligrosa idea de que la teoría neodarwinista de la evolución biológica
debería llegar a ser la base de lo que resultaría ser una religión
estatal establecida del materialismo científico. Dennett toma la
componente científica de su tesis del círculo interior de teóricos
darwinistas contemporáneos: William Hamilton, John Maynard Smith, George
C. Williams y el brillante divulgador Richard Dawkins. Cuando Dennett
describe la gran idea que emana de este círculo como algo peligroso, no
se refiere sólo a que sea peligrosa para los integristas religiosos. Las
personas a las que acusa de arredrarse ante las plenas implicaciones del
darwinismo son científicos y filósofos de la mayor categoría: Noam
Chomsky, Roger Penrose, Jerry Fodor, John Searle y, especialmente,
Stephen Jay Gould.
Cada uno de estos muy secularistas pensadores parece intentar, como lo
hacen las gentes sencillamente religiosas, limitar la lógica del
darwinismo en su empuje por dominarlo todo. Dennett describe el
darwinismo como «un ácido universal; corroe todos los conceptos
tradicionales y deja en su estela una visión revolucionada del mundo.»
Pensador tras pensador han intentado sin éxito encontrar alguna forma de
contener este ácido universal, para proteger algo de su poder corrosivo.
¿Por qué? En primer lugar, pasemos a ver qué es esta idea.
Dennett comienza el relato con el ensayo de John Locke de finales del
siglo xvii, Essay Concerning Human Understanding [Ensayo acerca de la
comprensión humana], en el que Locke responde a esta pregunta: «¿Qué fue
primero, la mente o la materia?» La respuesta de Locke era que la mente
tenía que venir en primer lugar, porque «es imposible concebir que la
materia inconsciente produjese un Ser pensante e inteligente.»1 David
Hume presentó algunos potentes argumentos escépticos contra este
principio de la primacía de la mente, pero al final no pudo presentar
una alternativa sólida.
Darwin no emprendió la tarea de trastornar la imagen de la realidad que
da primacía a la mente, sino hacer algo mucho más modesto: explicar el
origen de las especies biológicas, y las maravillosas adaptaciones que
posibilitan que esas especies sobrevivan y se reproduzcan en maneras
diversas. La respuesta que desarrolló Darwin fue que esas adaptaciones,
que habían parecido diseñadas de forma inteligente, son en realidad
productos de un proceso inconsciente llamado selección natural. Dennett
dice que lo que Darwin ofreció al mundo, en términos filosóficos, fue
«un plan para crear Designio del Caos sin la ayuda de la Mente.»2 Cuando
la perspectiva darwinista llegó a ser aceptada por todo el mundo
científico, quedó preparado el escenario para una revolución filosófica
mucho más amplia. Dennett explica que
La idea de Darwin había surgido como respuesta a cuestiones
biológicas, pero amenazaba con desbordarse, ofreciendo respuestas -bien
o mal acogidas- a cuestiones cosmológicas (yendo en una dirección) y
psicológicas (yendo en la otra dirección). Si [la causa del designio en
biología] podía ser un proceso algorítmico inconsciente de evolución,
¿por qué no podría el proceso mismo ser producto de evolución, y así
indefinidamente de arriba abajo? Y si la evolución inconsciente puede
dar cuenta de los artefactos maravillosamente llenos de inteligencia de
la biosfera, ¿cómo podrían quedar exentos de una explicación
evolucionista los productos de nuestras propias mentes «reales»? Así, la
idea de Darwin amenazaba con esparcirse hacia arriba sin fin,
disolviendo la ilusión de nuestra propia creatividad, de nuestra propia
chispa divina de genialidad y de entendimiento.3
El vuelco metafísico fue tan total que pronto se hizo tan impensable
dentro de la ciencia atribuir ningún rasgo biológico a un diseñador como
antes había sido impensable dejar de lado al diseñador. Siempre que se
encontraban obstáculos aparentemente insuperables -como el mecanismo
genético, la mente humana, el origen último de la vida- los biólogos se
mostraban confiados de que se encontraría una solución de tipo
darwinista. Desde luego, la causa del reduccionismo materialista sufrió
a veces reveses a causa de «reduccionistas ambiciosos» como el
conductista B. F. Skinner, que intentó explicar la conducta humana como
consecuencia directa de fuerzas materiales.4 La pegadiza metáfora que
emplea Dennett para describir la diferencia entre las clases codiciosa y
buena de reduccionismo es «grúas, no ganchos celestiales».5 Por poner un
ejemplo, el origen de la mente humana ha de ser atribuido a algún
proceso firmemente anclado en la sólida base del materialismo y de la
selección natural (una grúa), y no a un misterio o a un milagro (un
gancho celestial): pero eso no significa que la conducta humana o la
actividad mental puedan ser comprendidas directamente sobre la base de
conceptos materiales como estímulos y respuestas o selección natural.
Aunque muchos aspectos de la teoría evolucionista siguen siendo
polémicos, Dennett declara confiado que el éxito global del
darwinismo-en-principio ha sido tan colosal que el programa básico -de
arriba abajo- ha quedado establecido más allá de toda duda. Y a pesar de
ello persiste la resistencia. Alguna de esa resistencia procede de gente
religiosa que quieren preservar algún papel para un creador. Dennett
simplemente echa a un lado a los creacionistas declarados, pero dedica
más esfuerzo para refutar a los que dirían que Dios es el autor de la
ley de la naturaleza, incluyendo aquel maravilloso proceso evolutivo que
hace todo el diseño. La alternativa darwinista a un Legislador al
comienzo del universo es posponer el principio de manera indefinida,
conjeturando algo así como un sistema eterno de evolución a nivel de
universos.
Como ejemplo de eso último, el físico Lee Smolin ha propuesto que los
agujeros negros son efectivamente las cunas de universos hijos, en los
que las constantes físicas fundamentales diferirían ligeramente de las
del universo padre. Por cuanto esos universos que resultaron con la
mayor cantidad de agujeros negros dejarían la mayor cantidad de
«descendencia», los conceptos darwinistas básicos de mutación y
reproducción diferencial podrían extenderse a la cosmología. Dennett
mantiene que tanto si este modelo y otros modelos son o no susceptibles
de ensayo, al menos el darwinismo cósmico se apoya en la misma clase de
pensamiento que ha tenido éxito en campos científicos como la biología
en los que los ensayos son posibles, y eso es suficiente para hacerlo
preferible a una alternativa que introduce un gancho celestial. No
intenta explicar el origen del proceso evolutivo cósmico. Se trata
simplemente de universos mutantes de arriba abajo.6
Mucha de la resistencia al Darwinismo «de abajo arriba» proviene de
científicos y filósofos que niegan que la selección natural tenga
competencia para producir cualidades mentales específicamente humanas
como la capacidad para el lenguaje. Entre ellos se destaca Noam Chomsky,
fundador de la lingüística moderna, que describe un complejo programa de
lenguaje aparentemente impuesto mediante conexiones establecidas en el
cerebro humano, y sin analogía alguna en el mundo animal, y para el que
no hay ninguna historia demasiado plausible de evolución gradual a
través de formas adaptivas intermedias. Chomsky acepta bien dispuesto el
naturalismo evolucionista en principio, pero (apoyado por Stephen Jay
Gould) contempla la selección darwinista como nada más que una etiqueta
para una verdadera explicación de la capacidad del lenguaje humano,
explicación que todavía no se ha encontrado.7
Para los verdaderos creyentes darwinistas como Richard Dawkins y Daniel
Dennett, todas estas objeciones adolecen de un error fundamental. Cuanto
más detalladamente «diseñada» parece ser una característica, tanto más
seguro que ha sido elaborada por la selección natural: porque no hay
ninguna manera alternativa de producir el designio sin recurrir a
imposibles ganchos celestiales. Incluso en los casos más difíciles, en
los que es difícil imaginar e imposible confirmar hipótesis darwinistas
plausibles, sencillamente la solución darwinista está ahí, esperando ser
descubierta. La alternativa a la selección natural es o bien Dios, o el
azar. Lo primero está fuera de la ciencia, y aparentemente también
excluido de toda consideración por parte de Gould o Chomsky; lo segundo
no es ninguna solución. Cuando se han comprendido las dimensiones del
problema y los límites filosóficos dentro de los que se debe resolver,
el darwinismo es prácticamente cierto por definición -con independencia
de cuál sea la evidencia.
Me parece que tenemos aquí una situación sumamente interesante. Dentro
de la ciencia, el punto de vista darwinista ocupa claramente la cota
alta, porque nadie ha conseguido dar una alternativa para explicar el
Designio que no invoque una inaceptable Mente preexistente. (Dennett
refuta fácilmente conceptos tan difundidos como que una física de
sistemas autoorganizantes del Instituto de Santa Fe está en proceso de
reemplazar el darwinismo.)8 Pero los caballeros de esta inexpugnable
fortaleza están preocupados porque no todo el mundo cree que su
ciudadela sea inexpugnable. Se sienten turbados no sólo por estadísticas
que muestran que el público americano sigue favoreciendo de modo
abrumador alguna versión de creación sobrenatural, sino también por la
tendencia de destacados científicos de aceptar el
darwinismo-en-principio, pero poniendo en duda la capacidad de la teoría
para resolver problemas específicos, generalmente los problemas que
están mejor calificados para tratar.
Dennett cree que los disidentes o bien no llegan a comprender la lógica
del darwinismo, o bien se arredran ante sus plenas implicaciones
metafísicas. Yo prefiero otra explicación: el darwinismo es mucho más
potente como filosofía que como ciencia empírica. Si uno no está
dispuesto a desafiar la premisa subyacente del materialismo científico,
se tiene que quedar con el darwinismo-en-principio como historia de la
creación hasta que se encuentre algo mejor, y no parece que haya nada
mejor. Pero cuando se han examinado los indiscutibles ejemplos de
microevolución, como las variaciones de los picos de los pinzones, la
coloración de la polilla del abedul y la crianza selectiva, toda
certidumbre se disuelve en especulación y controversia. Nadie sabe de
verdad cómo se originó la vida, de dónde vinieron los phylums animales,
ni cómo la selección natural pudo producir las cualidades de la mente
humana. Al público se le presentan ingeniosos escenarios hipotéticos
para la evolución de complejas adaptaciones como si fueran unos hechos
realmente sucedidos, pero los escépticos dentro de la ciencia los
ridiculizan como «cuentos de hadas», porque ni pueden ser puestos a
prueba experimental ni tienen apoyo en el registro fósil. Muchos
científicos que juran lealtad al darwinismo sobre bases filosóficas lo
echan de lado cuando entran en la práctica científica. Un buen ejemplo
de ello es Niles Eldredge, un paleontólogo que colaboró con Stephen Jay
Gould en los famosos artículos que proponían que la evolución procede
mediante un «equilibrio puntuado», lo que significa largos períodos sin
cambios que son ocasionalmente interrumpidos por la abrupta aparición de
nuevas formas. Ese proceso fue ampliamente interpretado al principio
como un apoyo implícito a una alternativa macromutacionista al
gradualismo neodarwinista, un malentendido que llevó a darwinistas
burlones a descartar la idea como «evolución a empujones», pero tanto
Gould como Eldredge insistieron en el sentido de que el proceso
invisible de cambio era darwinista. Eldredge, en particular, se sentía
tan decidido a lavar toda mancha de herejía que comenzó a describirse a
sí mismo como «neodarwinista hasta la médula», etiqueta que parece ser
demasiado vehemente e implicar una disposición a pasar por alto
evidencias contrarias.9
Por otra parte, Eldredge rechaza lo que él denomina el
«ultradarwinismo», la posición de Dawkins y Dennett, por unas razones
que insinúan el rechazo de aquel mismo factor que hace peligrosa la idea
de Darwin, es decir, la afirmación de que la selección natural tiene
suficiente poder creativo para explicar el designio. Por ejemplo,
escribe en su libro de 1994 Reinventing Darwin [Reinventando a Darwin]
que los ultradarwinistas se hacen culpables de «envidia de la física»
porque «tratan de transformar la selección natural desde una sencilla
forma de preservación del registro... a una fuerza más dinámica, activa,
que moldea y conforma la forma orgánica con el paso del tiempo.»
Eldredge no tiene problemas filosóficos con el materialismo ateo; su
ambivalencia procede enteramente del registro fósil, embarazosamente no
darwinista, tal como se describe en este típico párrafo:
No es asombroso que los paleontólogos rehuyeran tanto tiempo la
evolución. No parece acontecer nunca. La diligente recolección
acantilado arriba da zig zags, oscilaciones menores, y la muy ocasional
ligera acumulación de cambio -a lo largo de millones de años, a una
velocidad demasiado lenta para explicar todo el prodigioso cambio que ha
ocurrido en la historia evolutiva. Cuando vemos la introducción de una
novedad evolutiva, generalmente aparece como un estallido, ¡y a menudo
sin firmes evidencias de que los fósiles no evolucionaron en otra parte!
La evolución no puede estar siempre sucediendo en alguna otra parte.
Pero así es como el registro fósil ha impactado a muchos desolados
paleontólogos que buscan aprender algo acerca de la evolución.10
Sea lo que sea que motiva a Eldredge a dar todo este ferviente culto de
labios afuera a Darwin, es evidente que no es por nada que haya
descubierto como paleontólogo. De hecho, el verdadero problema lo
comprenden todos, aunque tiene que ser discutido con términos cautos. Lo
que los paleontólogos temen no son las consecuencias científicas de
rechazar el darwinismo, sino las consecuencias políticas. Tienen miedo
que pudiera conducir a la entrada de fundamentalistas religiosos en el
gobierno, que pondrían fin a la financiación.
Hay paleontólogos que dan más apoyo al darwinismo que Eldredge, así como
hay otros eminentes científicos que son más explícitos en su insistencia
de que la variedad neodarwinista de la evolución es válida sólo al nivel
«micro». Con independencia del número o de la posición de los
escépticos, la práctica científica usual es retener un paradigma, por
más tambaleante que esté, hasta que alguien provea uno mejor. Daré por
supuesto, por seguir el argumento, que esta política de «eso es lo mejor
que tenemos» sea justificable dentro de la ciencia misma. La cuestión
que quiero tratar es si los no científicos tienen alguna obligación
legal, moral o intelectual de aceptar el darwinismo como absolutamente
verdadero, especialmente cuando la teoría se encuentra con tantas
dificultades ante la evidencia. Este tema surge en muchos contextos
importantes. Aquí tenemos dos ejemplos. Primero consideremos la
situación de padres cristianos, no necesariamente fundamentalistas, que
sospechan que el término «evolución» está saturado de implicaciones
ateas. Todo el meollo de la tesis de Dennett es que los padres tienen
toda la razón acerca de esas implicaciones, y que los educadores de
ciencia que niegan eso o bien están mal informados, o mienten. ¿Tienen
acaso los padres derecho a proteger a sus hijos del adoctrinamiento en
el ateísmo, e incluso a insistir que las escuelas públicas incluyan en
el currículo científico una exposición equilibrada de los argumentos en
contra de la pretensión atea de que nuestro verdadero creador es un
conjunto de procesos naturales carentes de inteligencia?
No se puede acusar a Dennett de evitar la cuestión de la libertad
religiosa ni de sepultarla con circunlocuciones corteses. Él propone que
la religión teísta debería seguir existiendo sólo en «zoos culturales»,
y dice esto directamente a los padres religiosos:
Si insistís en enseñar falsedades a vuestros hijos -que la tierra
es plana, que el «Hombre» no es un producto de la evolución por
selección natural- entonces habéis de esperar, como mínimo, que aquellos
de nosotros que tenemos libertad de palabra nos sentiremos con la
libertad de describir vuestras enseñanzas como propaganda de falsedades,
e intentaremos demostrar eso a vuestros hijos a la primera oportunidad.
Nuestro bienestar futuro -el bienestar de todos nosotros en este
planeta- depende de la educación de nuestros descendientes.11
Naturalmente, lo que preocupa a los padres no es la libertad de palabra,
sino el poder de los materialistas ateos para emplear la educación
pública para el adoctrinamiento, mientras se excluyen otros puntos de
vista como «religión». Si se quiere saber cómo suenan esas amenazas a
los oídos de los padres cristianos, intentemos imaginar lo que sucedería
si algún destacado fundamentalista cristiano hablase con un lenguaje
similar a padres judíos. ¿Creeríamos que los padres judíos serían
irrazonables si interpretasen el «como mínimo» como implicando que los
niños pueden ser quitados por la fuerza de los hogares de padres
recalcitrantes, y que esos metafóricos zoos culturales puedan llegar un
día a quedar rodeados de un alambre espinoso literal? Podría parecer que
habría justificación para medidas duras si el bienestar de todos sobre
el planeta depende de proteger a los hijos de las falsedades que sus
padres les quieran contar.
Dejaré de lado las cuestiones legales que surgen de ese programa de
conversión religiosa forzada, porque las cuestiones intelectuales son
aún más interesantes. Concedido que el darwinismo sea el paradigma
reinante en la biología, ¿hay alguna norma en el mundo académico que
exija que los no científicos acepten los principios darwinistas cuando
escriben, digamos, acerca de filosofía o ética? Eso cree mi colega de
Berkeley, John Searle. En el primer capítulo de su reciente libro sobre
The Construction of Social Reality [La construcción de la realidad
social], Searle declara que es necesario «hacer algunas presuposiciones
sustanciales acerca de cómo es de hecho el mundo, a fin de poder
siquiera hacer las preguntas a las que estamos tratando de hallar
respuesta (acerca de cómo se construyen socialmente otros aspectos de la
realidad).» Según Searle, «hay dos rasgos de nuestra concepción de la
realidad que no pueden ponerse en tela de juicio. No son, por decirlo
así, cosas optativas para nosotros como ciudadanos de finales del siglo
veinte y del siglo veintiuno.» Las dos teorías obligatorias son que el
mundo se compone enteramente de las entidades que los físicos denominan
partículas, y que los sistemas vivos (incluyendo los seres humanos y sus
mentes) evolucionaron por selección natural.12
Creo que Searle debilita todo su proyecto al prácticamente ordenar a sus
lectores que no observen que el materialismo científico y el darwinismo
son ellos mismos doctrinas socialmente construidas y no hechos
objetivos. Los científicos aceptan el materialismo como supuesto porque
definen su empresa como una búsqueda de las mejores teorías
materialistas, y esta elección metodológica culturalmente condicionada
no es siquiera evidencia, y mucho menos prueba, de que el mundo
realmente se componga sólo de partículas. Como explicación para el
designio en la biología, el darwinismo está perfectamente a salvo cuando
se contempla como una deducción del materialismo, pero es notablemente
vulnerable cuando se le somete a la prueba empírica. Dado que lo que más
respetamos en la ciencia es su fidelidad al principio de que lo que
realmente cuenta es la prueba empírica, ¿por qué deberían los filósofos
permitir a los científicos que les digan que deben aceptar suposiciones
que no pasan la prueba empírica?
Searle es un ejemplo particularmente patético, porque es famoso por su
defensa de la independencia de la mente contra el embate del programa
materialista «IA fuerte [strong AI]», * y también por su defensa de los
estándares académicos tradicionales contra el corrosivo relativismo de
la distinción hechos/valores. Es tan diestro en la argumentación que
casi convence después de saltar gratuitamente a una piscina de ácido
universal, pero, ¿por qué aceptar la desventaja? Searle podría mantener
la cota alta si comenzase proponiendo que toda teoría metafísica
verdadera ha de explicar dos verdades esenciales que el materialismo no
puede acomodar: primero, que la mente es más que la materia; y segundo,
que cosas como la verdad, belleza y bondad existen realmente incluso si
la mayoría de la gente no sabe cómo reconocerlas. Los materialistas
científicos responderían que ya demostraron hace mucho tiempo que el
materialismo es cierto, o que lo demostrarán en algún tiempo en el
futuro. Están echándose un farol.
La ciencia es algo maravilloso en su lugar. Pero debido a que la ciencia
es tan eficaz en su propio terreno, los científicos y los filósofos
aliados con ellos se sienten a veces atraídos por sueños de conquista
universal. Paul Feyerabend es quien mejor lo expresa: «Los científicos
no se sienten satisfechos con gobernar sus áreas de juego con lo que
ellos consideran como las reglas del método científico, sino que quieren
universalizar esas reglas, quieren que vengan a ser parte de la sociedad
en general, y emplean todos los medios a su disposición -la
argumentación, la propaganda, las tácticas de presión, la intimidación,
el cabildeo-, para conseguir sus propósitos.»13 Samuel Johnson dio la
mejor respuesta a ese absurdo imperialismo: «Una vaca es un animal muy
bueno en el campo, pero no la queremos en un jardín.»14
* IA: Inteligencia artificial. La «IA fuerte» es un concepto
materialista que contempla la mente como la función del cerebro
contemplado como un mero ordenador, y por lo que la informática puede
llegar a producir una inteligencia artificial equivalente a la mente
humana, incluyendo la conciencia. Volver al texto
REFERENCIAS
1. Dennett, pág. 26. Volver al texto
2. Dennett, pág. 50 . Volver al texto
3. Dennett, págs. 63 . Volver al texto
4. Dennett, págs. 80-83, 395. Volver al texto
5. Dennett, ibid. Volver al texto
6. Dennett, págs. 177-180.. Volver al texto
7. Dennett, pág. 390 . Volver al texto
8. Dennett, págs. 220-228 . Volver al texto
9. Eldredge, Reinventing Darwin, pág. 55: «Cuando me dirijo a nuevos
oyentes, me gusta presentarme como un «neodarwinista hasta la médula»,
al menos por lo que toca a la cuestión de la adaptación y de la
selección natural.» Volver al texto
10. Eldredge, pág. 95 . Volver al texto
11. Dennett, págs. 519-20 . Volver al texto
12. Searle, págs. 6-7 . Volver al texto
13. Paul Feyerabend, Against Method (ed. rev. Verso 1988), pág. 169 .
Volver al texto
14. Boswell, Life of Johnson, anotación del 15 de abril de 1772 . Volver
al texto
Nota para los asistentes a Tecnhociencia 95: El Profesor Francisco
Ayala, que participará conmigo en Madrid en este acontecimiento,
sostiene posturas similares a las de Hamilton, Maynard Smith, Williams,
Dawkins y Dennett, esto es, el grupo que Eldredge denomina como los
«ultradarwinistas».
[Nota del Traductor: Este material se tradujo originalmente para ser
entregado a los grupos de trabajo de
TECNHOCIENCIA 95
unas jornadas convocadas anualmente por IUVE, la Universidad Complutense
de Madrid, la Universidad Politécnica de Madrid y la Universidad
Nacional de Educación a Distancia. En 1995 el tema a tratar era: Los
límites de la ciencia - ¿Es científica la teoría de la evolución?
En la nota anterior se suponía la asistencia del Profesor Francisco
Ayala, que había aceptado la invitación, pero que a última hora se negó
a asistir. Ya en anteriores ocasiones el doctor Francisco Ayala se había
negado a debatir con el doctor Phillip E. Johnson.]
Phillip E. Johnson, A.B., J.D.
Catedrático de Leyes,
Cátedra Jefferson E. Peyser
Boalt Hall, Universidad de California
Berkeley, California 94720-2499
Teléfono: (510) 642-5370 FAX: (510) 643-6171
Internet: ***@uclink.berkeley.edu
Compuserve: 74051,613
Nacido el año 1940 Formación académica: A.B., 1961, Harvard University;
J.D., 1965, University of Chicago
Admitido en el Colegio de Abogados de California, 1966.
Secretario Judicial del Juez Presidente Roger Traynor, 1965-66.
(Tribunal Supremo de California)
Secretario Judicial, del Juez Presidente Earl Warren, 1966-1967.
(Tribunal Supremo de los EE. UU.)
Profesor of Leyes, University of California, 1968-hasta el presente.
Fiscal Adjunto de Distrito (Fiscal de casos criminales), Ventura County,
California, 1968, 1972.
Decano Adjunto, Universidad de California, Berkeley, 1977-80.
Profesor Visitante, Facultad de Leyes de Emory University 1982-83.
Profesor Visitante, University College, Londres, Inglaterra, 1987-88.
Materias Enseñadas: Ley Penal; Procedimientos Penales; Responsabilidad
Profesional; Daño Legal; Teoría Legal Contemporánea
Autor de los libros Darwin on Trial (2a edición, InterVarsity Press,
1993, traducido al castellano como Proceso a Darwin, Ed. Portavoz,
1995), Reason in the Balance, the Case Against Naturalism in Science,
Law and Education [La razón en el fiel de la balanza: El argumento
contra el Naturalismo en la Ciencia, el Derecho y la Educación]
(Intervarsity Press, 1995) y Defeating Darwinism: By opening minds
[Derrotando el darwinismo: abriendo las mentes] (Intervarsity Press, 1997).
Autor de una multitud de artículos y reseñas en revistas de derecho,
como California Law Review, Stanford Law Review, Colorado Law Review,
Yale Law Journal, etc.
Traducción del inglés: Santiago Escuain, director de línea sobre línea,
una publicación de SEDIN
© Copyright Prof. Dr. Phillip E. Johnson, 1995.
© Copyright de la traducción castellana: SEDIN, 1995.
Publicado por SEDIN * Apartado 126 * 17244 Cassà de la Selva
(Girona) España * D.L.: B-30934-94
http://www.sedin.org/propesp/X0116_Te.htm
Shiliam khemen
Siento vergüenza decirlo, pero confirmo y reconozco, que durante mucho
tiempo yo también creí en la grán mentira del evolucionismo, he aquí la
muestra:
- --
De: Suzudo
Fecha: 03/09/2006 23:25 GTM+2
Hilo: Re: Hoy aula de religión: Evolucionismo
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/5c1f22157db3ab3f?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 30/08/2006 23:09 GTM+2
Hilo: Re: evolución (o la mentira más grande jamás contada)
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/c4ed34fbc7bf63cc?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 07/09/2006 22:52 GTM+2
Hilo: Re: Preguntas a los evolucionistas
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/130377e970385d6f?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 02/09/2006 16:43 GTM+2
Hilo: Re: Hay Muchos Problemas Con la Teoría De La Evolución
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/77c5e275e1d1122f?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 31/08/2006 18:56 GTM+2
Hilo: Re: Hay Muchos Problemas Con la Teoría De La Evolución
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/647388da9e256c7e?dmode=source
**
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/e02cd10928744c87?dmode=source
**
De: Suzudo
Fecha: 30/08/2006 23:12 GTM+2
Hilo: Re: La Cronologia Del Eslabon Perdido
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/5d87436abee0b0a7?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 07/09/2006 22:17 GTM+2
Hilo: Re: Si tuviera una visión
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/f5ebbd275008f1eb?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: Lun 14 ago 2006 - 18:34 GTM+2
Hilo: Evolución Diseño Inteligente
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/862ca49214c0795f?dmode=source
***************
De: Suzudo
Fecha: 04 Nov 2006 20:30:34 +0100
Hilo: ¿Eres un ser espiritual?
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/ca3b695051866f29?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 02 May 2006 07:24:34 +0200
Hilo: El más patético intento de responder al reto de la Complejidad
Irreducible
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/b06919b4646dec1e?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 04 Nov 2006 01:11:53 +0100
Hilo: Mutaciones "benéficas" en el cuerpo humano?
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/22735bd9188ec36a?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 30 Aug 2006 23:08:44 +0200
Hilo: Algunos Sapos Refutan La Evolución
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/163f369745346f7c?dmode=source
La Peligrosa Idea de Daniel Dennett
Nota introductoria: Este ensayo-reseña fue publicado en el número de
octubre de 1995 de The New Criterion [El Nuevo Criterio], una revista de
temas culturales publicada en la ciudad de Nueva York. Hace frente al
tema central de tres importantes nuevos libros: Darwin's Dangerous Idea
[La peligrosa idea de Darwin], del filósofo Daniel Dennett; Reinventing
Darwin [Reinventando a Darwin], por el paleontólogo Niles Eldredge, y
The Construction of Social Reality [La construcción de la realidad
social], por el filósofo John Searle.
La fértil imaginación de Daniel Dennett queda cautivada por la muy
peligrosa idea de que la teoría neodarwinista de la evolución biológica
debería llegar a ser la base de lo que resultaría ser una religión
estatal establecida del materialismo científico. Dennett toma la
componente científica de su tesis del círculo interior de teóricos
darwinistas contemporáneos: William Hamilton, John Maynard Smith, George
C. Williams y el brillante divulgador Richard Dawkins. Cuando Dennett
describe la gran idea que emana de este círculo como algo peligroso, no
se refiere sólo a que sea peligrosa para los integristas religiosos. Las
personas a las que acusa de arredrarse ante las plenas implicaciones del
darwinismo son científicos y filósofos de la mayor categoría: Noam
Chomsky, Roger Penrose, Jerry Fodor, John Searle y, especialmente,
Stephen Jay Gould.
Cada uno de estos muy secularistas pensadores parece intentar, como lo
hacen las gentes sencillamente religiosas, limitar la lógica del
darwinismo en su empuje por dominarlo todo. Dennett describe el
darwinismo como «un ácido universal; corroe todos los conceptos
tradicionales y deja en su estela una visión revolucionada del mundo.»
Pensador tras pensador han intentado sin éxito encontrar alguna forma de
contener este ácido universal, para proteger algo de su poder corrosivo.
¿Por qué? En primer lugar, pasemos a ver qué es esta idea.
Dennett comienza el relato con el ensayo de John Locke de finales del
siglo xvii, Essay Concerning Human Understanding [Ensayo acerca de la
comprensión humana], en el que Locke responde a esta pregunta: «¿Qué fue
primero, la mente o la materia?» La respuesta de Locke era que la mente
tenía que venir en primer lugar, porque «es imposible concebir que la
materia inconsciente produjese un Ser pensante e inteligente.»1 David
Hume presentó algunos potentes argumentos escépticos contra este
principio de la primacía de la mente, pero al final no pudo presentar
una alternativa sólida.
Darwin no emprendió la tarea de trastornar la imagen de la realidad que
da primacía a la mente, sino hacer algo mucho más modesto: explicar el
origen de las especies biológicas, y las maravillosas adaptaciones que
posibilitan que esas especies sobrevivan y se reproduzcan en maneras
diversas. La respuesta que desarrolló Darwin fue que esas adaptaciones,
que habían parecido diseñadas de forma inteligente, son en realidad
productos de un proceso inconsciente llamado selección natural. Dennett
dice que lo que Darwin ofreció al mundo, en términos filosóficos, fue
«un plan para crear Designio del Caos sin la ayuda de la Mente.»2 Cuando
la perspectiva darwinista llegó a ser aceptada por todo el mundo
científico, quedó preparado el escenario para una revolución filosófica
mucho más amplia. Dennett explica que
La idea de Darwin había surgido como respuesta a cuestiones
biológicas, pero amenazaba con desbordarse, ofreciendo respuestas -bien
o mal acogidas- a cuestiones cosmológicas (yendo en una dirección) y
psicológicas (yendo en la otra dirección). Si [la causa del designio en
biología] podía ser un proceso algorítmico inconsciente de evolución,
¿por qué no podría el proceso mismo ser producto de evolución, y así
indefinidamente de arriba abajo? Y si la evolución inconsciente puede
dar cuenta de los artefactos maravillosamente llenos de inteligencia de
la biosfera, ¿cómo podrían quedar exentos de una explicación
evolucionista los productos de nuestras propias mentes «reales»? Así, la
idea de Darwin amenazaba con esparcirse hacia arriba sin fin,
disolviendo la ilusión de nuestra propia creatividad, de nuestra propia
chispa divina de genialidad y de entendimiento.3
El vuelco metafísico fue tan total que pronto se hizo tan impensable
dentro de la ciencia atribuir ningún rasgo biológico a un diseñador como
antes había sido impensable dejar de lado al diseñador. Siempre que se
encontraban obstáculos aparentemente insuperables -como el mecanismo
genético, la mente humana, el origen último de la vida- los biólogos se
mostraban confiados de que se encontraría una solución de tipo
darwinista. Desde luego, la causa del reduccionismo materialista sufrió
a veces reveses a causa de «reduccionistas ambiciosos» como el
conductista B. F. Skinner, que intentó explicar la conducta humana como
consecuencia directa de fuerzas materiales.4 La pegadiza metáfora que
emplea Dennett para describir la diferencia entre las clases codiciosa y
buena de reduccionismo es «grúas, no ganchos celestiales».5 Por poner un
ejemplo, el origen de la mente humana ha de ser atribuido a algún
proceso firmemente anclado en la sólida base del materialismo y de la
selección natural (una grúa), y no a un misterio o a un milagro (un
gancho celestial): pero eso no significa que la conducta humana o la
actividad mental puedan ser comprendidas directamente sobre la base de
conceptos materiales como estímulos y respuestas o selección natural.
Aunque muchos aspectos de la teoría evolucionista siguen siendo
polémicos, Dennett declara confiado que el éxito global del
darwinismo-en-principio ha sido tan colosal que el programa básico -de
arriba abajo- ha quedado establecido más allá de toda duda. Y a pesar de
ello persiste la resistencia. Alguna de esa resistencia procede de gente
religiosa que quieren preservar algún papel para un creador. Dennett
simplemente echa a un lado a los creacionistas declarados, pero dedica
más esfuerzo para refutar a los que dirían que Dios es el autor de la
ley de la naturaleza, incluyendo aquel maravilloso proceso evolutivo que
hace todo el diseño. La alternativa darwinista a un Legislador al
comienzo del universo es posponer el principio de manera indefinida,
conjeturando algo así como un sistema eterno de evolución a nivel de
universos.
Como ejemplo de eso último, el físico Lee Smolin ha propuesto que los
agujeros negros son efectivamente las cunas de universos hijos, en los
que las constantes físicas fundamentales diferirían ligeramente de las
del universo padre. Por cuanto esos universos que resultaron con la
mayor cantidad de agujeros negros dejarían la mayor cantidad de
«descendencia», los conceptos darwinistas básicos de mutación y
reproducción diferencial podrían extenderse a la cosmología. Dennett
mantiene que tanto si este modelo y otros modelos son o no susceptibles
de ensayo, al menos el darwinismo cósmico se apoya en la misma clase de
pensamiento que ha tenido éxito en campos científicos como la biología
en los que los ensayos son posibles, y eso es suficiente para hacerlo
preferible a una alternativa que introduce un gancho celestial. No
intenta explicar el origen del proceso evolutivo cósmico. Se trata
simplemente de universos mutantes de arriba abajo.6
Mucha de la resistencia al Darwinismo «de abajo arriba» proviene de
científicos y filósofos que niegan que la selección natural tenga
competencia para producir cualidades mentales específicamente humanas
como la capacidad para el lenguaje. Entre ellos se destaca Noam Chomsky,
fundador de la lingüística moderna, que describe un complejo programa de
lenguaje aparentemente impuesto mediante conexiones establecidas en el
cerebro humano, y sin analogía alguna en el mundo animal, y para el que
no hay ninguna historia demasiado plausible de evolución gradual a
través de formas adaptivas intermedias. Chomsky acepta bien dispuesto el
naturalismo evolucionista en principio, pero (apoyado por Stephen Jay
Gould) contempla la selección darwinista como nada más que una etiqueta
para una verdadera explicación de la capacidad del lenguaje humano,
explicación que todavía no se ha encontrado.7
Para los verdaderos creyentes darwinistas como Richard Dawkins y Daniel
Dennett, todas estas objeciones adolecen de un error fundamental. Cuanto
más detalladamente «diseñada» parece ser una característica, tanto más
seguro que ha sido elaborada por la selección natural: porque no hay
ninguna manera alternativa de producir el designio sin recurrir a
imposibles ganchos celestiales. Incluso en los casos más difíciles, en
los que es difícil imaginar e imposible confirmar hipótesis darwinistas
plausibles, sencillamente la solución darwinista está ahí, esperando ser
descubierta. La alternativa a la selección natural es o bien Dios, o el
azar. Lo primero está fuera de la ciencia, y aparentemente también
excluido de toda consideración por parte de Gould o Chomsky; lo segundo
no es ninguna solución. Cuando se han comprendido las dimensiones del
problema y los límites filosóficos dentro de los que se debe resolver,
el darwinismo es prácticamente cierto por definición -con independencia
de cuál sea la evidencia.
Me parece que tenemos aquí una situación sumamente interesante. Dentro
de la ciencia, el punto de vista darwinista ocupa claramente la cota
alta, porque nadie ha conseguido dar una alternativa para explicar el
Designio que no invoque una inaceptable Mente preexistente. (Dennett
refuta fácilmente conceptos tan difundidos como que una física de
sistemas autoorganizantes del Instituto de Santa Fe está en proceso de
reemplazar el darwinismo.)8 Pero los caballeros de esta inexpugnable
fortaleza están preocupados porque no todo el mundo cree que su
ciudadela sea inexpugnable. Se sienten turbados no sólo por estadísticas
que muestran que el público americano sigue favoreciendo de modo
abrumador alguna versión de creación sobrenatural, sino también por la
tendencia de destacados científicos de aceptar el
darwinismo-en-principio, pero poniendo en duda la capacidad de la teoría
para resolver problemas específicos, generalmente los problemas que
están mejor calificados para tratar.
Dennett cree que los disidentes o bien no llegan a comprender la lógica
del darwinismo, o bien se arredran ante sus plenas implicaciones
metafísicas. Yo prefiero otra explicación: el darwinismo es mucho más
potente como filosofía que como ciencia empírica. Si uno no está
dispuesto a desafiar la premisa subyacente del materialismo científico,
se tiene que quedar con el darwinismo-en-principio como historia de la
creación hasta que se encuentre algo mejor, y no parece que haya nada
mejor. Pero cuando se han examinado los indiscutibles ejemplos de
microevolución, como las variaciones de los picos de los pinzones, la
coloración de la polilla del abedul y la crianza selectiva, toda
certidumbre se disuelve en especulación y controversia. Nadie sabe de
verdad cómo se originó la vida, de dónde vinieron los phylums animales,
ni cómo la selección natural pudo producir las cualidades de la mente
humana. Al público se le presentan ingeniosos escenarios hipotéticos
para la evolución de complejas adaptaciones como si fueran unos hechos
realmente sucedidos, pero los escépticos dentro de la ciencia los
ridiculizan como «cuentos de hadas», porque ni pueden ser puestos a
prueba experimental ni tienen apoyo en el registro fósil. Muchos
científicos que juran lealtad al darwinismo sobre bases filosóficas lo
echan de lado cuando entran en la práctica científica. Un buen ejemplo
de ello es Niles Eldredge, un paleontólogo que colaboró con Stephen Jay
Gould en los famosos artículos que proponían que la evolución procede
mediante un «equilibrio puntuado», lo que significa largos períodos sin
cambios que son ocasionalmente interrumpidos por la abrupta aparición de
nuevas formas. Ese proceso fue ampliamente interpretado al principio
como un apoyo implícito a una alternativa macromutacionista al
gradualismo neodarwinista, un malentendido que llevó a darwinistas
burlones a descartar la idea como «evolución a empujones», pero tanto
Gould como Eldredge insistieron en el sentido de que el proceso
invisible de cambio era darwinista. Eldredge, en particular, se sentía
tan decidido a lavar toda mancha de herejía que comenzó a describirse a
sí mismo como «neodarwinista hasta la médula», etiqueta que parece ser
demasiado vehemente e implicar una disposición a pasar por alto
evidencias contrarias.9
Por otra parte, Eldredge rechaza lo que él denomina el
«ultradarwinismo», la posición de Dawkins y Dennett, por unas razones
que insinúan el rechazo de aquel mismo factor que hace peligrosa la idea
de Darwin, es decir, la afirmación de que la selección natural tiene
suficiente poder creativo para explicar el designio. Por ejemplo,
escribe en su libro de 1994 Reinventing Darwin [Reinventando a Darwin]
que los ultradarwinistas se hacen culpables de «envidia de la física»
porque «tratan de transformar la selección natural desde una sencilla
forma de preservación del registro... a una fuerza más dinámica, activa,
que moldea y conforma la forma orgánica con el paso del tiempo.»
Eldredge no tiene problemas filosóficos con el materialismo ateo; su
ambivalencia procede enteramente del registro fósil, embarazosamente no
darwinista, tal como se describe en este típico párrafo:
No es asombroso que los paleontólogos rehuyeran tanto tiempo la
evolución. No parece acontecer nunca. La diligente recolección
acantilado arriba da zig zags, oscilaciones menores, y la muy ocasional
ligera acumulación de cambio -a lo largo de millones de años, a una
velocidad demasiado lenta para explicar todo el prodigioso cambio que ha
ocurrido en la historia evolutiva. Cuando vemos la introducción de una
novedad evolutiva, generalmente aparece como un estallido, ¡y a menudo
sin firmes evidencias de que los fósiles no evolucionaron en otra parte!
La evolución no puede estar siempre sucediendo en alguna otra parte.
Pero así es como el registro fósil ha impactado a muchos desolados
paleontólogos que buscan aprender algo acerca de la evolución.10
Sea lo que sea que motiva a Eldredge a dar todo este ferviente culto de
labios afuera a Darwin, es evidente que no es por nada que haya
descubierto como paleontólogo. De hecho, el verdadero problema lo
comprenden todos, aunque tiene que ser discutido con términos cautos. Lo
que los paleontólogos temen no son las consecuencias científicas de
rechazar el darwinismo, sino las consecuencias políticas. Tienen miedo
que pudiera conducir a la entrada de fundamentalistas religiosos en el
gobierno, que pondrían fin a la financiación.
Hay paleontólogos que dan más apoyo al darwinismo que Eldredge, así como
hay otros eminentes científicos que son más explícitos en su insistencia
de que la variedad neodarwinista de la evolución es válida sólo al nivel
«micro». Con independencia del número o de la posición de los
escépticos, la práctica científica usual es retener un paradigma, por
más tambaleante que esté, hasta que alguien provea uno mejor. Daré por
supuesto, por seguir el argumento, que esta política de «eso es lo mejor
que tenemos» sea justificable dentro de la ciencia misma. La cuestión
que quiero tratar es si los no científicos tienen alguna obligación
legal, moral o intelectual de aceptar el darwinismo como absolutamente
verdadero, especialmente cuando la teoría se encuentra con tantas
dificultades ante la evidencia. Este tema surge en muchos contextos
importantes. Aquí tenemos dos ejemplos. Primero consideremos la
situación de padres cristianos, no necesariamente fundamentalistas, que
sospechan que el término «evolución» está saturado de implicaciones
ateas. Todo el meollo de la tesis de Dennett es que los padres tienen
toda la razón acerca de esas implicaciones, y que los educadores de
ciencia que niegan eso o bien están mal informados, o mienten. ¿Tienen
acaso los padres derecho a proteger a sus hijos del adoctrinamiento en
el ateísmo, e incluso a insistir que las escuelas públicas incluyan en
el currículo científico una exposición equilibrada de los argumentos en
contra de la pretensión atea de que nuestro verdadero creador es un
conjunto de procesos naturales carentes de inteligencia?
No se puede acusar a Dennett de evitar la cuestión de la libertad
religiosa ni de sepultarla con circunlocuciones corteses. Él propone que
la religión teísta debería seguir existiendo sólo en «zoos culturales»,
y dice esto directamente a los padres religiosos:
Si insistís en enseñar falsedades a vuestros hijos -que la tierra
es plana, que el «Hombre» no es un producto de la evolución por
selección natural- entonces habéis de esperar, como mínimo, que aquellos
de nosotros que tenemos libertad de palabra nos sentiremos con la
libertad de describir vuestras enseñanzas como propaganda de falsedades,
e intentaremos demostrar eso a vuestros hijos a la primera oportunidad.
Nuestro bienestar futuro -el bienestar de todos nosotros en este
planeta- depende de la educación de nuestros descendientes.11
Naturalmente, lo que preocupa a los padres no es la libertad de palabra,
sino el poder de los materialistas ateos para emplear la educación
pública para el adoctrinamiento, mientras se excluyen otros puntos de
vista como «religión». Si se quiere saber cómo suenan esas amenazas a
los oídos de los padres cristianos, intentemos imaginar lo que sucedería
si algún destacado fundamentalista cristiano hablase con un lenguaje
similar a padres judíos. ¿Creeríamos que los padres judíos serían
irrazonables si interpretasen el «como mínimo» como implicando que los
niños pueden ser quitados por la fuerza de los hogares de padres
recalcitrantes, y que esos metafóricos zoos culturales puedan llegar un
día a quedar rodeados de un alambre espinoso literal? Podría parecer que
habría justificación para medidas duras si el bienestar de todos sobre
el planeta depende de proteger a los hijos de las falsedades que sus
padres les quieran contar.
Dejaré de lado las cuestiones legales que surgen de ese programa de
conversión religiosa forzada, porque las cuestiones intelectuales son
aún más interesantes. Concedido que el darwinismo sea el paradigma
reinante en la biología, ¿hay alguna norma en el mundo académico que
exija que los no científicos acepten los principios darwinistas cuando
escriben, digamos, acerca de filosofía o ética? Eso cree mi colega de
Berkeley, John Searle. En el primer capítulo de su reciente libro sobre
The Construction of Social Reality [La construcción de la realidad
social], Searle declara que es necesario «hacer algunas presuposiciones
sustanciales acerca de cómo es de hecho el mundo, a fin de poder
siquiera hacer las preguntas a las que estamos tratando de hallar
respuesta (acerca de cómo se construyen socialmente otros aspectos de la
realidad).» Según Searle, «hay dos rasgos de nuestra concepción de la
realidad que no pueden ponerse en tela de juicio. No son, por decirlo
así, cosas optativas para nosotros como ciudadanos de finales del siglo
veinte y del siglo veintiuno.» Las dos teorías obligatorias son que el
mundo se compone enteramente de las entidades que los físicos denominan
partículas, y que los sistemas vivos (incluyendo los seres humanos y sus
mentes) evolucionaron por selección natural.12
Creo que Searle debilita todo su proyecto al prácticamente ordenar a sus
lectores que no observen que el materialismo científico y el darwinismo
son ellos mismos doctrinas socialmente construidas y no hechos
objetivos. Los científicos aceptan el materialismo como supuesto porque
definen su empresa como una búsqueda de las mejores teorías
materialistas, y esta elección metodológica culturalmente condicionada
no es siquiera evidencia, y mucho menos prueba, de que el mundo
realmente se componga sólo de partículas. Como explicación para el
designio en la biología, el darwinismo está perfectamente a salvo cuando
se contempla como una deducción del materialismo, pero es notablemente
vulnerable cuando se le somete a la prueba empírica. Dado que lo que más
respetamos en la ciencia es su fidelidad al principio de que lo que
realmente cuenta es la prueba empírica, ¿por qué deberían los filósofos
permitir a los científicos que les digan que deben aceptar suposiciones
que no pasan la prueba empírica?
Searle es un ejemplo particularmente patético, porque es famoso por su
defensa de la independencia de la mente contra el embate del programa
materialista «IA fuerte [strong AI]», * y también por su defensa de los
estándares académicos tradicionales contra el corrosivo relativismo de
la distinción hechos/valores. Es tan diestro en la argumentación que
casi convence después de saltar gratuitamente a una piscina de ácido
universal, pero, ¿por qué aceptar la desventaja? Searle podría mantener
la cota alta si comenzase proponiendo que toda teoría metafísica
verdadera ha de explicar dos verdades esenciales que el materialismo no
puede acomodar: primero, que la mente es más que la materia; y segundo,
que cosas como la verdad, belleza y bondad existen realmente incluso si
la mayoría de la gente no sabe cómo reconocerlas. Los materialistas
científicos responderían que ya demostraron hace mucho tiempo que el
materialismo es cierto, o que lo demostrarán en algún tiempo en el
futuro. Están echándose un farol.
La ciencia es algo maravilloso en su lugar. Pero debido a que la ciencia
es tan eficaz en su propio terreno, los científicos y los filósofos
aliados con ellos se sienten a veces atraídos por sueños de conquista
universal. Paul Feyerabend es quien mejor lo expresa: «Los científicos
no se sienten satisfechos con gobernar sus áreas de juego con lo que
ellos consideran como las reglas del método científico, sino que quieren
universalizar esas reglas, quieren que vengan a ser parte de la sociedad
en general, y emplean todos los medios a su disposición -la
argumentación, la propaganda, las tácticas de presión, la intimidación,
el cabildeo-, para conseguir sus propósitos.»13 Samuel Johnson dio la
mejor respuesta a ese absurdo imperialismo: «Una vaca es un animal muy
bueno en el campo, pero no la queremos en un jardín.»14
* IA: Inteligencia artificial. La «IA fuerte» es un concepto
materialista que contempla la mente como la función del cerebro
contemplado como un mero ordenador, y por lo que la informática puede
llegar a producir una inteligencia artificial equivalente a la mente
humana, incluyendo la conciencia. Volver al texto
REFERENCIAS
1. Dennett, pág. 26. Volver al texto
2. Dennett, pág. 50 . Volver al texto
3. Dennett, págs. 63 . Volver al texto
4. Dennett, págs. 80-83, 395. Volver al texto
5. Dennett, ibid. Volver al texto
6. Dennett, págs. 177-180.. Volver al texto
7. Dennett, pág. 390 . Volver al texto
8. Dennett, págs. 220-228 . Volver al texto
9. Eldredge, Reinventing Darwin, pág. 55: «Cuando me dirijo a nuevos
oyentes, me gusta presentarme como un «neodarwinista hasta la médula»,
al menos por lo que toca a la cuestión de la adaptación y de la
selección natural.» Volver al texto
10. Eldredge, pág. 95 . Volver al texto
11. Dennett, págs. 519-20 . Volver al texto
12. Searle, págs. 6-7 . Volver al texto
13. Paul Feyerabend, Against Method (ed. rev. Verso 1988), pág. 169 .
Volver al texto
14. Boswell, Life of Johnson, anotación del 15 de abril de 1772 . Volver
al texto
Nota para los asistentes a Tecnhociencia 95: El Profesor Francisco
Ayala, que participará conmigo en Madrid en este acontecimiento,
sostiene posturas similares a las de Hamilton, Maynard Smith, Williams,
Dawkins y Dennett, esto es, el grupo que Eldredge denomina como los
«ultradarwinistas».
[Nota del Traductor: Este material se tradujo originalmente para ser
entregado a los grupos de trabajo de
TECNHOCIENCIA 95
unas jornadas convocadas anualmente por IUVE, la Universidad Complutense
de Madrid, la Universidad Politécnica de Madrid y la Universidad
Nacional de Educación a Distancia. En 1995 el tema a tratar era: Los
límites de la ciencia - ¿Es científica la teoría de la evolución?
En la nota anterior se suponía la asistencia del Profesor Francisco
Ayala, que había aceptado la invitación, pero que a última hora se negó
a asistir. Ya en anteriores ocasiones el doctor Francisco Ayala se había
negado a debatir con el doctor Phillip E. Johnson.]
Phillip E. Johnson, A.B., J.D.
Catedrático de Leyes,
Cátedra Jefferson E. Peyser
Boalt Hall, Universidad de California
Berkeley, California 94720-2499
Teléfono: (510) 642-5370 FAX: (510) 643-6171
Internet: ***@uclink.berkeley.edu
Compuserve: 74051,613
Nacido el año 1940 Formación académica: A.B., 1961, Harvard University;
J.D., 1965, University of Chicago
Admitido en el Colegio de Abogados de California, 1966.
Secretario Judicial del Juez Presidente Roger Traynor, 1965-66.
(Tribunal Supremo de California)
Secretario Judicial, del Juez Presidente Earl Warren, 1966-1967.
(Tribunal Supremo de los EE. UU.)
Profesor of Leyes, University of California, 1968-hasta el presente.
Fiscal Adjunto de Distrito (Fiscal de casos criminales), Ventura County,
California, 1968, 1972.
Decano Adjunto, Universidad de California, Berkeley, 1977-80.
Profesor Visitante, Facultad de Leyes de Emory University 1982-83.
Profesor Visitante, University College, Londres, Inglaterra, 1987-88.
Materias Enseñadas: Ley Penal; Procedimientos Penales; Responsabilidad
Profesional; Daño Legal; Teoría Legal Contemporánea
Autor de los libros Darwin on Trial (2a edición, InterVarsity Press,
1993, traducido al castellano como Proceso a Darwin, Ed. Portavoz,
1995), Reason in the Balance, the Case Against Naturalism in Science,
Law and Education [La razón en el fiel de la balanza: El argumento
contra el Naturalismo en la Ciencia, el Derecho y la Educación]
(Intervarsity Press, 1995) y Defeating Darwinism: By opening minds
[Derrotando el darwinismo: abriendo las mentes] (Intervarsity Press, 1997).
Autor de una multitud de artículos y reseñas en revistas de derecho,
como California Law Review, Stanford Law Review, Colorado Law Review,
Yale Law Journal, etc.
Traducción del inglés: Santiago Escuain, director de línea sobre línea,
una publicación de SEDIN
© Copyright Prof. Dr. Phillip E. Johnson, 1995.
© Copyright de la traducción castellana: SEDIN, 1995.
Publicado por SEDIN * Apartado 126 * 17244 Cassà de la Selva
(Girona) España * D.L.: B-30934-94
http://www.sedin.org/propesp/X0116_Te.htm
Shiliam khemen
Siento vergüenza decirlo, pero confirmo y reconozco, que durante mucho
tiempo yo también creí en la grán mentira del evolucionismo, he aquí la
muestra:
- --
De: Suzudo
Fecha: 03/09/2006 23:25 GTM+2
Hilo: Re: Hoy aula de religión: Evolucionismo
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/5c1f22157db3ab3f?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 30/08/2006 23:09 GTM+2
Hilo: Re: evolución (o la mentira más grande jamás contada)
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/c4ed34fbc7bf63cc?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 07/09/2006 22:52 GTM+2
Hilo: Re: Preguntas a los evolucionistas
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/130377e970385d6f?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 02/09/2006 16:43 GTM+2
Hilo: Re: Hay Muchos Problemas Con la Teoría De La Evolución
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/77c5e275e1d1122f?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 31/08/2006 18:56 GTM+2
Hilo: Re: Hay Muchos Problemas Con la Teoría De La Evolución
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/647388da9e256c7e?dmode=source
**
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/e02cd10928744c87?dmode=source
**
De: Suzudo
Fecha: 30/08/2006 23:12 GTM+2
Hilo: Re: La Cronologia Del Eslabon Perdido
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/5d87436abee0b0a7?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 07/09/2006 22:17 GTM+2
Hilo: Re: Si tuviera una visión
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/f5ebbd275008f1eb?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: Lun 14 ago 2006 - 18:34 GTM+2
Hilo: Evolución Diseño Inteligente
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/862ca49214c0795f?dmode=source
***************
De: Suzudo
Fecha: 04 Nov 2006 20:30:34 +0100
Hilo: ¿Eres un ser espiritual?
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/ca3b695051866f29?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 02 May 2006 07:24:34 +0200
Hilo: El más patético intento de responder al reto de la Complejidad
Irreducible
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/b06919b4646dec1e?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 04 Nov 2006 01:11:53 +0100
Hilo: Mutaciones "benéficas" en el cuerpo humano?
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/22735bd9188ec36a?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 30 Aug 2006 23:08:44 +0200
Hilo: Algunos Sapos Refutan La Evolución
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/163f369745346f7c?dmode=source