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Nancy Pearcey,Más Allá de Kansas,El movimiento del Diseño Inteligente,pone al darwinismo a la defensiva
(demasiado antiguo para responder)
Suzudo
2008-08-07 14:43:02 UTC
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Nancy Pearcey
Más Allá de Kansas
El movimiento del Diseño Inteligente
pone al darwinismo a la defensiva

Anna Harvey, una brillante estudiante en Lawrence, Kansas, que destacaba
por recibir siempre excelente en todas sus asignaturas, levantó la mano
un día en la clase de biología. «Sr. Roth, ¿cuándo aprenderemos acerca
del creacionismo?» Stan Roth estalló. «¿Cuándo dejará usted de creer las
estupideces que le enseñan sus padres?»

Anna se quedó de piedra, y cinco meses después Roth fue despedido de la
escuela. Dicen algunos que el irascible maestro iba a ser despedido de
todas formas, y otros se preguntan si fue una mera coincidencia que,
tres meses después, el Consejo de Educación de Kansas votase 6-4 para
desenfatizar los aspectos especulativos de la evolución —paso este que
desencadenó un debate nacional que continúa hasta ahora.

Otros estados reaccionaron rápidamente. En Kentucky, la palabra
«evolución», que había sido añadida por primera vez a las directrices,
fue cambiada otra vez a la anterior locución de «cambio a través del
tiempo». El Consejo de Educación de Nuevo México se movió en dirección
opuesta, revocando las normas de 1996 en las que se exigía a los
profesores que «presentasen la evidencia en favor y en contra de la
evolución» y pasando a una presentación unilateral. El Comité Estatal de
Libros de Textos de Oklahoma insertó una declaración en los libros de
ciencia manifestando que la evolución es una cuestión controvertida
(idéntica a una declaración insertada en los libros de texto de Alabama)
—decisión que posteriormente fue anulada por el procurador general del
estado. El Condado de Kanawha, en West Virginia, votó en contra de una
resolución que habría permitido a los enseñantes presentar «teorías en
favor y en contra de las teorías de la evolución». En otros estados
continúan dándose escaramuzas similares. No es motivo de asombro que la
controversia de Kansas fuese votada como la noticia más importante de
1999 por la Associated Press Association.

Lo que es extraño en toda esta conmoción es que recientemente se habían
dado controversias similares en varios otros lugares —Iowa, Illinois,
Washington, California, Nebraska, Oregón, Idaho y Colorado. Pero éstas
apenas si fueron recogidas en la prensa de ámbito nacional. ¿Por qué fue
Kansas diferente? ¿Por qué aparecieron unos editoriales tan mordaces en
diarios de grandes metrópolis por todo el país, e incluso en la prensa
internacional? ¿Por qué organizaciones nacionales como la Asociación
Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS) puso a Kansas en su punto
de mira?

La respuesta es que el debate ha escalado a nuevos niveles por ambos
lados, y que Kansas fue un microcosmos de estas fuerzas enfrentadas en
marcha. Un examen detallado de la controversia de Kansas da una buena
panorámica del debate tal como está planteado en la actualidad.


UNA VERDADERA CONFUSIÓN

Consideremos, por ejemplo, la forma en que comenzaron los
acontecimientos. Unos inflamados titulares sugieren que todo comenzó
cuando unos fanáticos creacionistas bíblicos intentaron «imponer [sus]
peculiares creencias religiosas al sistema educativo secular de todo un
estado» (por citar al columnista sindicado Lars-Erik Nelson). En
realidad, la iniciativa procedió del otro bando.

Los acontecimientos de Kansas comenzaron en 1995, cuando la Academia
Nacional de las Ciencias (NAS - National Academy of Sciences) emitió
unas normas nacionales llamando a unos «cambios dramáticos» en la forma
en que se enseña la ciencia en las escuelas públicas. El Comisario de
Educación de Kansas y el Consejo de Educación designaron un comité para
que ajustase las directrices conformándolas a estas normas, como ya
habían hecho muchos otros estados. Las nuevas directrices aumentaban en
mucho la cobertura en clase del tema de la evolución, elevándola incluso
de teoría a un «Concepto Unificador» de la ciencia (junto con conceptos
como «medición» y «evidencia»).

Esto fue excesivo para algunos miembros del consejo. Éstos estaban
dispuestos a aumentar la enseñanza de variaciones comprobables y
observables causadas por adaptación, selección natural, deriva genética,
y similares. Pero la evolución «de partículas a humanos» la consideraban
como especulativa, y decidieron eliminarla de los exámenes estatales —lo
que significa que los distritos escolares locales pueden establecer sus
propias normas para la enseñanza de la asignatura.

En resumen, el consejo no prohibió enseñar nada; al contrario, en
realidad aumentó la cobertura de los temas referentes a la evolución,
aunque no fue tan lejos como lo deseaba el establecimiento científico. Y
por este acto menor de independencia intelectual, los miembros del
consejo fueron vituperados de forma implacable. Un artículo del
Washington Post los llamaba «cabezas de chorlito», asegurando que serían
«eliminados por la selección natural». En el London Evening Standard, A.
N. Wilson echaba pestes acerca de «la estupidez y el provincianismo» de
la América interior. Science publicó una carta en la que se proponía que
las universidades rehusasen aceptar créditos de los cursos de biología
de los institutos de Kansas. El director de Scientific American, John
Rennie, apremiaba a los funcionarios encargados de las admisiones en
instituciones superiores de enseñanza a que «clarificasen que … en el
futuro, se tendrá que revisar cuidadosamente la competencia de cualquier
estudiante que proceda de aquel estado.» En otras palabras, castigad a
los padres haciendo boicot a sus hijos.

Tres asociaciones nacionales (la Academia Nacional de las Ciencias, la
Asociación Nacional de Enseñantes de Ciencia, y la Asociación Americana
para el Avance de la Ciencia) lanzaron una contraofensiva contra el
consejo revocando el permiso para emplear sus materiales bajo copyright,
lo que obligó a los miembros del consejo a modificar la fraseología de
las normas para evitar la infracción del copyright. En el frente
cultural, el Teatro Missouri Repertory en Kansas revisó rápidamente su
programación para presentar «La Herencia del Viento», la famosa obra de
teatro que ha dado forma a la manera en que la mayor parte de la gente
contempla la controversia.


REVOLUCIÓN POR DESIGNIO

Pero esta vez, la realidad no siguió al guión. Desde luego, la
resistencia inicial procedió de los creacionistas que mantienen la tesis
de una tierra reciente. (Estas personas han sido muy calumniadas,
incluso por parte de otros cristianos, pero han ayudado a mantener una
fuerte bolsa de resistencia frente al evolucionismo naturalista.) Sin
embargo, la continuación vino principalmente de parte de los proponentes
de un enfoque conocido como Diseño Inteligente (DI), que está logrando
una penetración sorprendentemente profunda en la línea central de la
cultura. El portavoz oficioso del DI es Phillip E. Johnson, un
catedrático de leyes de la Universidad de California en Berkeley, que se
convirtió al cristianismo cercano a hacer los cuarenta años, y que luego
dirigió su aguda mirada a la teoría de la evolución. Tras detectar lo
que vio como errores lógicos en el alegato en favor del darwinismo,
Johnson escribió varios libros que han ejercido una gran influencia,
incluyendo Proceso a Darwin, Reason in the Balance [La razón en el fiel
de la balanza], y Defeating Darwinism [Derrotando el darwinismo]. Un
libro de próxima aparición se titula The Wedge of Truth [La cuña de la
verdad]. Las penetrantes críticas de Johnson fueron las primeras en ser
oídas con respeto en los ámbitos académicos, y ahora lidera un grupo de
científicos que están desarrollando el argumento en favor del designio,
muchos de ellos en el Centro para la Renovación de la Ciencia y de la
Cultura (CRSC - Center for the Renewal of Science and Culture) del
Discovery Institute en Seattle. En el debate que siguió acerca de lo
sucedido en Kansas, los miembros del CRSC tuvieron mucho éxito en hacer
oír su voz en los medios generales de comunicación. Johnson en el Wall
Street Journal; Steve Meyer, director del CRSC, en NPR; Jay Richards,
director del programa del CRSC, en el Washington Post; miembros del CRSC
como Michael Behe y Jonathan Wells, en el New York Times y PBS (Sistema
Público de Radio y Televisión), respectivamente.

Más aún, fue casi seguramente el creciente éxito del movimiento del
designio lo que provocó de entrada las reacciones desmesuradas acerca de
Kansas. Los libros sobre DI están siendo publicados por editoriales
universitarias del mayor prestigio (The Design Inference, de William
Dembski, por Cambridge University Press, 1998, y el libro de próxima
aparición de Paul Nelson, On Common Descent, University of Chicago
Press), y el establecimiento científico está empezando a percibir el DI
como una seria amenaza. Eñ Centro Michael Polanyi de la Universidad
Baylor, fundado por Dembski, celebró el pasado abril de 2000 una
conferencia sobre naturalismo en la ciencia que atrajo a científicos de
renombre nacional como Alan Guth, John Searle y el premio Nóbel Steven
Weinberg. La disposición de estos científicos a siquiera plantearse
estas cuestiones junto a proponentes del diseño inteligente como Alvin
Platinga y William Lane Craig da una enorme credibilidad al movimiento
del DI.

¿Por qué tiene tanto éxito el DI? La respuesta es en parte que el DI
funciona como una gran casa común en la que se unen diversas estrategias
que relacionan la fe y la ciencia. En el pasado, los cristianos tendían
a dividirse en grupos pequeños, a menudo antagonistas, como
evolucionistas teístas, creacionistas progresivos, creacionistas de
tierra antigua, creacionistas de tierra joven, y geólogos diluvialistas.
«En esta cuestión, el mundo cristiano estaba jugando a la defensiva,»
explica Johnson. «Estábamos diciendo: “Qué podemos defender? ¿Cuánto
tenemos que abandonar?”».

La desventaja en hacer un juego defensivo es que extiendes las líneas;
tienes que proteger cada puesto para asegurar que el enemigo no rebase
ninguno. Por ello, los cristianos argumentaban de manera estridente
acerca de los detalles de los fósiles, de las mutaciones, de las
dataciones radiométricas y de los primeros capítulos de Génesis. Como
contraste, dice Johnson, DI es un juego ofensivo: «Dejamos la fortaleza
y emprendemos una misión detrás de las líneas para hacer volar el
cuartel general del otro bando, su almacén de municiones. Cuando se
asiente el polvo, puede que incluso las cuestiones a las que estamos
tratando de dar respuesta adopten formas enteramente nuevas.»

¿Cuál es el «almacén de municiones» del otro bando? Es la definición
misma de ciencia, dice Johnson. Por lo general, el concepto que tenemos
de ciencia es que se trata de una investigación objetiva, el
descubrimiento y ensayo de hechos, la manera en que producimos aviones
más rápidos y fármacos más eficaces. Pero hay otra definición que el
establecimiento científico mantiene de manera implícita —y que equivale
a la filosofía del naturalismo o materialismo. Se trata de la idea de
que la ciencia puede emplear de forma legítima sólo causas naturales
para la explicación de todo lo que observamos.

La manera en que funciona esta definición de la ciencia es la de
deslegitimar cualquier cuestionamiento de la evolución naturalista. Los
darwinistas no preguntan si quizá la vida surgió de un mar de reactivos
químicos; sólo se preguntan cómo lo hizo. No preguntan si quizá las
formas de vida complejas han surgido por evolución de formas más
simples; sólo se preguntan cómo lo han hecho. La presuposición es que
las fuerzas naturales, por sí solas, deben (y por tanto, pueden)
explicar el desarrollo de toda la vida sobre la tierra; la única tarea
que queda es desentrañar los detalles.

El biólogo de Harvard Richard Lewontin puso esto al descubierto en un
revelador artículo en la New York Review of Books (9 de enero de 1997).
A la vez que expresaba su escepticismo acerca de las historias
«indemostradas de “érase-una-vez”» que a menudo llevan la etiqueta de
científicas, Lewontin acepta sin embargo la historia estándar de la
evolución. ¿Y por qué? Porque, según escribe él, «tenemos un compromiso
previo con el materialismo».

Este compromiso no está en sí mismo basado en la ciencia. Bien al revés,
según dice Lewontin: Los científicos aceptan el materialismo primero, y
luego se ven «obligados» a definir la ciencia de tal manera que produce
teorías estrictamente materialistas. (En sus propias palabras, «nos
vemos forzados por nuestra adhesión a priori a las causas materiales a
crear un aparato de investigación y un conjunto de conceptos que
produzcan explicaciones materiales».)

Al final, Lewontin insiste en que este materialismo «es absoluto, porque
no podemos permitir un pie divino en la puerta». Como comenta Nelson:
«El designio queda excluido no porque se haya demostrado su falsedad,
sino porque la ciencia misma ha sido definida como filosofía
materialista aplicada».

Esta fusión de la ciencia con la filosofía materialista es precisamente
lo que está en el punto de mira del movimiento del DI, que tiene el
propósito de introducir una cuña entre las dos definiciones de ciencia.
El Consejo de Kansas hizo su propia contribución a la «estrategia de la
cuña» con un cambio de fraseología introducido en las normas, y que ha
pasado mayormente desapercibido. La definición de ciencia fue cambiada,
pasando de una actividad que busca «explicaciones naturales» a una
actividad que busca «explicaciones lógicas» —siendo la idea que la
ciencia debería estar abierta a cualquier teoría racional y susceptible
de prueba, y no quedar limitada a teorías naturalistas. Los teorizadores
del designio esperan poder apremiar el argumento contra el darwinismo
hasta que los científicos se vean forzados a decidir cuál es la
verdadera definición de ciencia: ¿Seguirán la evidencia adonde lleve, o
insistirán en teorías naturalistas, con independencia de la evidencia?


AGUJEROS EN LA TEORÍA

Naturalmente, el establecimiento científico insiste en que no hay
evidencia contra el darwinismo. Pero la verdad es que la presuposición
esencial del darwinismo, esto es, que los cambios menores se van
acumulando hasta originar cambios principales entre organismos, ha sido
contestada durante décadas. Se ha sabido durante largo tiempo que las
variaciones menores, como las diferencias entre las razas de perros o
entre las de caballos, no se acumulan en ninguna dirección concreta. Y
si no van a ningún lado para empezar, no van a conducir a ninguna
innovación evolutiva principal, por mucho tiempo que se les dé.

Tomemos un ejemplo que impresionó a Darwin: la variación de los tamaños
de los picos entre los pinzones en las Islas Galápagos. En años
recientes se ha descubierto que en tiempos de sequía los pájaros más
grandes sobrevivían mejor y que por ello el tamaño medio del pico
aumentaba ligeramente. ¿Evolución en acción? No exactamente. Cuando las
lluvias volvieron, los tamaños de los picos volvieron a la normalidad.
Todo lo que descubrieron los investigadores fue una variación cíclica
que permite a los pinzones sobrevivir bajo condiciones cambiantes. No
encontraron evidencia alguna de surgimiento de estructuras novedosas.

Sin embargo, en una insostenible distorsión de la evidencia, un opúsculo
de 1998 publicado por la Academia Nacional de las Ciencias («Teaching
About Evolution and the Nature of Science» [Enseñando acerca de la
evolución y de la naturaleza de la ciencia]) describe el aumento en el
tamaño del pico sin mencionar su regresión a la normalidad. Luego
alienta a los enseñantes a especular qué sucedería en 200 años si el
aumento prosiguiera de manera indefinida —si surgiría «una nueva especie
de pinzones». Aquí tenemos una pasmosa distorsión de la evidencia.Como
lo comentaba Johnson en The Wall Street Journal (16 de agosto de 1999):
«Cuando nuestros científicos líderes tienen que recurrir a una clase de
distorsión que llevaría a un agente de bolsa a la cárcel, se puede ver
que están metidos en problemas».

Los problemas con el darwinismo son tan bien conocidos que, ya en 1980,
las noticias habían llegado incluso a la prensa popular: Newsweek
informó entonces acerca de una conferencia en el Field Museum of Natural
History [Museo de Historia Natural] de Chicago, donde paleontólogos como
Stephen Jay Gould de Harvard anunciaron que el registro fósil no presta
apoyo al cambio gradual y continuo que Darwin había predicho. En lugar
de ello, la evidencia global en las rocas —lo que Gould designó como «el
secreto del gremio de los paleontólogos»— se compone de apariciones
repentinas de nuevas formas de vida sin formas de transición que lleven
a ellas, seguidas de largos períodos de inestabilidad. El resultado es
que en la actualidad los biólogos están investigando algún nuevo
mecanismo desconocido que tenga la capacidad de generar cambios
sistémicos repentinos y a gran escala.

Pero, cosa extraña, cuando se reta a los científicos líderes, como en la
decisión de Kansas, responden como si nunca hubieran oído acerca de la
controversia macroevolucionista. Se refugian en una confusión semántica,
y emplean el término «evolución» para significar tanto la variación
menor, limitada, como el surgimiento de estructuras novedosas —como si
lo primero fuera el motor que impulsa lo segundo. «Cada vez que un
agricultor pulveriza piretroides y las polillas siguen comiéndose su
algodón, este agricultor está contemplando la evolución en acción,»
escribió Jonathan Weiner en el Philadelphia Enquirer. ¿Es que estos
granjeros de Kansas no lo entienden?, preguntaba malhumorado. La
respuesta es, claro que lo entienden. Sencillamente, lo que no creen es
que esas variaciones menores, como la resistencia a los insecticidas,
produjeron al principio las polillas mismas.

Además, está surgiendo nueva evidencia contra el darwinismo. En
paleontología, el estallido del Cámbrico ha planteado problemas desde
hace largo tiempo, al revelar que todos los planes corporales
principales de los animales surgieron en el registro fósil a la vez
—pauta ésta incompatible con el gradualismo darwinista. Más devastadores
todavía son los recientes hallazgos que ponen del revés el árbol de la
vida: En lugar de que las variaciones menores se vayan acumulando para
producir categorías principales de organismos, las principales
categorías aparecen en primer lugar, y luego se van diversificando en
variedades. En contra de la predicción de Darwin, «el desarrollo de los
seres vivos no es de abajo arriba, sino de arriba abajo», dice el
biólogo Paul Chien de la Universidad de San Francisco.

Por su parte, la biología molecular revela que la célula viviente es
mucho más compleja de lo que Darwin hubiera podido jamás soñar. Se
parece a una diminuta fábrica, llena de máquinas moleculares que
funcionan como motores, bombas, muelles y relojes. «Las hay que son
“camiones” que transportan suministros de un compartimiento de la célula
a otro», explica Behe, el autor de La Caja Negra de Darwin. «Unas
máquinas cargadoras llenan los camiones y les aplican una “etiqueta
direccionadora”, y cuando llegan a la “dirección” correcta, unas
máquinas de atraque abren los camiones y sacan los suministros.» Unos
sistemas tan complejos no pueden surgir en el proceso gradual, de pieza
por pieza, que exige el darwinismo, argumenta Behe, porque todas las
piezas coordinadas han de estar en su puesto antes de poder empezar a
funcionar. También se ha arrojado una nueva luz sobre el origen de la
vida con el surgimiento de la teoría de la información. En The Mystery
of Life's Origin [El misterio del origen de la vida], Charles Thaxton,
Walter Bradley y Roger Olsen argumentan que el DNA tiene la misma
estructura que un lenguaje, y que por ello mismo el origen de la vida
tiene que ser replanteado como el origen de la información biológica.
Pero las fuerzas naturales son incapaces de generar información, como
tampoco las palabras en esta página son creadas por las fuerzas
moleculares en el papel y la tinta. También el darwinismo ha sufrido por
trastornos en evidencias clave —como el caso de las polillas del abedul
en Inglaterra. Según el planteamiento estándar de los libros de texto,
durante la Revolución Industrial, cuando los troncos de los árboles
quedaron oscurecidos por hollín, una variedad clara de la polilla quedó
más a descubierto ante los pájaros predadores, y éstas eran comidas,
mientras que una variedad más oscura adquirió gran auge. Esto había sido
aplaudido como un ejemplo fundamental de selección natural. Sin embargo,
como Wells ha demostrado en The Scientist (24 de mayo de 1999), estas
polillas no se posan realmente sobre los troncos (vuelan alrededor de
las ramas superiores), y que aquellas fotografías tan sumamente
difundidas de las polillas eran todas ellas un montaje. El biólogo
Theodore Sargent de la Universidad de Massachusetts admitió
recientemente que para la filmación de un documental de NOVA había
pegado polillas muertas sobre troncos.

Y este no es un incidente aislado. «Es típico de la manera en que se
distorsionan las evidencias clave para hacer parecer más poderosa la
evidencia en favor del darwinismo», dice Wells. En American Biology
Teacher (mayo de 1999) Wells refuta el conocido dibujo de embriones
dispuestos en paralelo —pez, anfibio, ave y mamífero— que se supone que
respaldan la descendencia común. Este dinujo aparece en muchos libros de
texto de biología, pero se ha sabido durante casi un siglo que las
figuras fueron manipuladas —alargadas aquí, acortadas allá—, para
hacerlas parecer más similares de lo que lo son en realidad.


LA DETECCIÓN DEL DESIGNIO

Pero no es suficiente con exponer los problemas del darwinismo; es
necesario proponer una alternativa positiva —y esto ha resultado ser
mucho más difícil. Un punto de inflexión llegó con el trabajo de Charles
Thaxton, que estudió bajo Francis Schaeffer en L’Abri, en Suiza, y que
luego hizo un trabajo posdoctoral en Harvard en la década de 1970.
Estudiando científicos de siglos anteriores, Thaxton observó que ellos
hablaban de «causas naturales» y «causas inteligentes», y razonó que
debía haber alguna manera de distinguir entre ambas —que habría alguna
manera de identificar de manera empírica los efectos de la inteligencia.

En The Mystery of Life's Origin [El misterio del origen de la vida],
Thaxton identificó la impronta del diseño inteligente como «complejidad
especificada» —una estructura compleja que se ajusta a una pauta
preconcebida. El concepto es explicado con mayor detalle en la obra de
William Dembski Intelligent Design [Diseño Inteligente] (InterVarsity,
1999). «Mi padre, que es enseñante, solía contar una historia para
ilustrar el concepto del designio», dice Dembski. «El mejor estudiante y
el peor de ellos se sientan juntos para un examen importante, y cuando
el profesor corrige sus exámenes, encuentra que ambos dan exactamente
las mismas respuestas. ¿Acaso alguien se cree que esto ha sido por
casualidad?» (El colmo en esta historia es que en la última pregunta, el
mejor estudiante escribió: «No comprendo esta pregunta», y el peor
escribió: «Yo tampoco» —confirmándose con ello la hipótesis del designio.)

No sólo los enseñantes, sino también muchas otras profesiones, observa
Dembski, han desarrollado medios para detectar designio. Los científicos
buscan señales reveladoras de que un experimento ha sido falseado, de
que los datos han sido «fabricados». Los detectives aprenden a
distinguir entre asesinato y muerte por causas naturales. Las compañías
aseguradoras distinguen de manera general entre incendios provocados y
accidentales. El planteamiento de la teoría del DI es que se puede
detectar el designio también en la naturaleza. En cierto sentido, todos
lo admiten. La evidencia de designio aparece constantemente en los
laboratorios. «Lo que hacemos en biología molecular es realmente
ingeniería inversa», explica el proponente del DI, Scott Minnich, de la
Universidad de Idaho: «Examinamos estructuras complejas en la célula y
tratamos de conseguir los proyectos.» Ni siquiera Darwin negó la
evidencia del designio; más bien, tenía la esperanza de demostrar que
los seres vivos sólo parecen diseñados, en tanto que serían sólo en
realidad productos de ley y azar. Su objetivo, explica Francisco Ayala
de la Universidad de California, era «excluir a Dios como la explicación
que diera cuenta del evidente diseño de los organismos». Y así, el
archidarwinista Richard Dawkins, en El Relojero Ciego, define la
biología misma como «el estudio de cosas complicadas que parecen haber
sido diseñadas con un propósito». Así, no se trata de si hay evidencia
de diseño, sino de si este diseño es real o sólo una apariencia. Lo que
hace más apremiante esta pregunta en la actualidad es que el designio ya
no se encuentra sólo en los seres vivos, sino también en el universo
físico. En cosmología, el llamado principio antrópico nos dice que el
universo mismo está finamente equilibrado para dar sustento a la vida.
«Imaginemos una máquina creadora del universo,» dice Meyer, «con miles
de diales que representan la constante gravitatoria, la carga del
electrón, la masa del protón, y demás. Cada dial tiene muchos posibles
ajustes, y lo que se descubre es que incluso el más pequeño cambio haría
un universo en el que la vida sería imposible.» Pero, por alguna razón,
cada dial está ajustado al valor necesario para mantener el universo en
marcha. El célebre astrónomo Fred Hoyle, que es ateo, escribe sin
embargo: «Una interpretación de sentido común de los hechos sugiere que
un superintelecto ha manipulado la física».


LA CASA COMÚN DEL DI

¿Quién es este «superintelecto»? ¿Es la inteligencia sólo una palabra
clave para Dios? Esta es la acusación de los críticos. Pero el
planteamiento innovador de Thaxton es que «causa inteligente» da una
categoría genérica para referirse a cualquier inteligencia, sea humana,
divina, o alguna mente indefinida en la naturaleza —lo que provee una
manera de hablar del designio sin asumir ninguna presuposición
teológica. «Se pueden detectar de forma empírica los productos de una
inteligencia sin especificar quién pueda ser el agente», explica
Thaxton. Así es como el movimiento del DI ha llegado a ser una «casa
común», atrayendo a personas procedentes de una diversidad de trasfondos
religiosos. El miembro del CRSC David Berlinski, que ha publicado
artículos críticos acerca del darwinismo en Commentary, es judío. En
Kansas, entre los que daban su apoyo al consejo se incluían musulmanes
locales y un grupo de Hare Krisnas, que aparecieron en una reunión
vestidos de sus ropajes color azafrán. Hasta agnósticos que creen que el
universo es de alguna manera teleológico han unido sus esfuerzos con el
movimiento del designio, como Michael Denton, autor del influyente libro
Evolution: A Theory in Crisis [La evolución: una teoría en crisis]. Su
libro más reciente, Nature's Destiny [El destino de la naturaleza],
argumenta que el propósito impregna el universo a todos los niveles. «El
poder del DI es precisamente su minimalismo», dice Todd Moody, un
agnóstico y profesor en la Universidad de St. Joseph. «Viaja de ligero,
sin carga teológica.»

Entre los cristianos, el DI muestra promesa de unir a facciones a menudo
hostiles, desde creacionistas de tierra reciente hasta evolucionistas
teístas, y todos en medio. Paul Ackerman de Wichita State University,
que ayudó a elaborar las normas de Kansas, es un creacionista de tierra
reciente que dice que el DI «ha servido para crear un amplio paraguas».
Aunque los cristianos siguen debatiendo entre ellos acerca de cuestiones
como la edad de la tierra, cuando hacen frente al mundo secular «dejamos
de lado nuestras diferencias», dice Ackerman. «Nos damos cuenta de que
lo que nos une es más que lo que nos divide.»

Incluso muchos evolucionistas teístas, que han estado entre los más
militantes críticos del movimiento del DI, están alineándose con la
crítica que hace del naturalismo. Denis Lamoreux de St. Joseph's College
en Canadá, ha vertido críticas en muchas ocasiones contra Johnson y
otros teorizadores del designio. Sin embargo, manifestó a Christianity
Today: «Soy un ardiente teorizador del designio». De forma semejante a
los biólogos románticos del siglo dieciocho, Lamoreux hace una analogía
entre la evolución de las especies y el desarrollo de los embriones,
considerando lo uno y lo otro como un proceso teleológico —el
desenvolvimiento de potenciales contenidos.

De manera similar, Howard Van Till, profesor emérito del Calvin College,
ha debatido frecuentemente en público con los proponentes del DI. Pero
su propio punto de vista es que el universo está «dotado
intencionalmente» por Dios con la capacidad de generar nuevas formas a
partir de unidades más simples, de modo que el diseño está precargado en
las condiciones iniciales. Todo lo que Lamoreux y Van Till necesitan
hacer es dar un contenido empírico al concepto de diseño precargado, y
entonces caerían dentro del campo del designio. Tal como están las
cosas, en lo empírico la posición de ambos se mantiene idéntica a la del
evolucionismo naturalista, mientras que en lo conceptual no tiene
relación con la versión materialista de la evolución que mantiene el
establecimiento científico. El DI es incompatible sólo con aquellas
formas de la evolución teísta que adoptan el naturalismo metodológico,
el principio de que en ciencia sólo se pueden invocar causas no
dirigidas, sin guía.


UNA FALSA NEUTRALIDAD

Para resumir, aunque el DI no demanda ninguna presuposición teológica,
es evidente que sí tiene implicaciones teológicas. Está resueltamente
opuesto a la perspectiva atea, aleatoria y carente de propósito de la
evolución que se enseña en los centros de poder de la ciencia. Esto nos
lleva al tema final que podemos extraer de la controversia de Kansas: el
rechazo por parte de tantos de reconocer que la religión está realmente
en juego en esta cuestión. Los editoriales y columnas que se han
publicado estaban saturados del argumento de que la gente de Kansas
estaba en un error al considerar el evolucionismo normativo como
contradictorio con su fe.

La presuposición subyacente es que la ciencia es una cuestión de hechos
y de razón, mientras que la religión es cosa de fe —y que ambas esferas
nunca pueden coincidir. La Academia Nacional de las Ciencias lo
recapituló en una resolución de 1981 con estas palabras: «La religión y
la ciencia son ámbitos separados y mutuamente exclusivos del pensamiento
humano, y la presentación de ambas en un mismo contexto lleva a malos
entendidos tanto de la teoría científica como de la creencia religiosa».

Sin embargo, esta pose de neutralidad es patentemente falsa, y sólo
tiene la intención de servir para relaciones públicas, en un intento de
impedir que los teístas hagan declaraciones acerca de la ciencia. Porque
nunca se invoca en contra de que los evolucionistas materialistas hagan
declaraciones acerca de la religión. Por ejemplo, escribiendo en Time,
Gould intenta tranquilizarnos diciendo que «Ninguna teoría científica,
incluyendo la evolución, puede constituir amenaza alguna para la
religión» porque pertenecen a ámbitos separados que no entran en
contacto. Pero la única manera en que podemos separar los dos ámbitos de
una manera tan limpia es negando que la religión tenga ningún papel en
lo cognoscitivo. La ciencia trata del «estado objetivo» del mundo,
escribe él, mientras que la religión trata acerca de «el significado
espiritual y los valores éticos». Por ello, cuando se trata de lo que él
considera el mundo real, Gould permite que la ciencia «solape» la
religión en todo momento. «Antes de Darwin, pensábamos que un Dios
benevolente nos había creado», escribe él en Ever Since Darwin [A partir
de Darwin]: «La biología nos arrebató nuestra posición como paradigmas
creados a imagen de Dios».

John Haught, un evolucionista teísta y teólogo de la Universidad de
Georgetown, sugiere que Gould está actuando con duplicidad. Porque si el
«mensaje filosófico» de la evolución es en realidad que la materia es lo
único que existe, como insiste Gould, y que el universo carece de
propósito, «entonces ninguna teología concebible, por cualquier
definición, podrá jamás coexistir cómodamente con la evolución».

Precisamente. Y por cada científico que entona melifluamente que la
evolución coexiste pacíficamente y de manera grata con la religión, hay
otro que proclama abiertamente sus implicaciones antiteístas. En su obra
La peligrosa idea de Darwin, Daniel Dennett, profesor de Tufts, alaba a
Darwin como un «ácido universal» que destruye «prácticamente cada uno de
los conceptos tradicionales» de la religión y de la moralidad.
Comentando acerca de Kansas, Steven Weinberg declaró ante la Fundación
para la Libertad Frente a la Religión: «Personalmente, creo que la
enseñanza de la ciencia moderna es destructiva de las creencias
religiosas, y estoy totalmente a favor de esta enseñanza.» Si la ciencia
ayuda a conseguir el fin de la religión, concluía él, «sería la
contribución más importante que habría hecho la ciencia». Una encuesta
de Ed Larson y Larry Witham en Scientific American (septiembre de 1999)
que revela que alrededor del 95 por ciento de los miembros de la
Academia Nacional de las Ciencias rechazan la creencia en un Dios
personal —y que además piensan que la ciencia misma lleva a esta
conclusión. Existe una patente inconsecuencia cuando estos mismos
científicos quieren tranquilizar a la sociedad en el sentido de que la
ciencia es neutral acerca de la cuestión de Dios. «Esto, os lo puedo
asegurar, ya lo ha comprendido bien claro la gente de Kansas,» dice
Johnson: «Ellos consideran que la élite científica esta mintiendo
descaradamente acerca de esta cuestión.»

La gente de Kansas y de otras partes saben muy bien que a sus hijos les
están enseñando que son producto de un mecanismo no dirigido y material
—y que esto tiene unas enormes implicaciones religiosas. Un texto de
biología empleado en la Universidad de Kansas dice abiertamente que «los
fenómenos biológicos, incluyendo aquellos que tienen una apariencia de
designio, pueden explicarse por causas puramente materiales, en lugar de
por creación divina». Un texto extensamente usado en institutos,
publicado por Prentice Hall, describe la evolución como «al azar y sin
dirección», operando «sin plan ni propósito». Un libro de texto de
Addison-Wesley dice: «Darwin dio a la biología una sana base científica
al atribuir la diversidad de la vida a causas naturales en lugar de a la
creación sobrenatural». En teoría, las escuelas estatales americanas
deben ser neutrales por lo que atañe a la religión, pero estas
declaraciones son abiertamente contrarias a todas las religiones teístas.

El desentrañamiento de las implicaciones religiosas es la clave para la
enseñanza de los orígenes en las escuelas públicas. La presuposición
general es que la negación del designio es ciencia, pero que la
afirmación del designio es religión, y que por ello no se puede enseñar
en las escuelas públicas. «¿Pero cómo puede ser esto así?», pregunta
Meyer: «El darwinismo y la teoría del designio no tratan de dos
cuestiones diferentes. Representan dos respuestas alternativas a la
misma pregunta. ¿Cómo surgió la vida y su diversidad sobre la tierra?».
Esta falsa asimetría ha sido empleada para justificar una forma de
«discriminación de puntos de vista», argumenta Meyer, algo que la Corte
Suprema de los Estados Unidos ha declarado inconstitucional.


ENSEÑAR LA CONTROVERSIA

Con independencia de si el ataque contra Anna Harvey tuvo algo que ver
con la controversia de Kansas, desde luego constituye un vívido ejemplo
de la hostilidad que los estudiantes cristianos encuentran con
frecuencia en las escuelas públicas. Es posible que la decisión del
consejo no haya sido la ideal —hasta los simpatizantes dicen que las
escuelas deberían enseñar más acerca del darwinismo, no menos, y
familiarizar a los estudiantes con los problemas irresueltos y con las
evidencias contrarias. Y lo cierto es que los miembros del consejo dicen
que ellos mismos lo hubieran preferido. Pero, a la vista de la amenaza
de costosos pleitos, adoptaron el único camino que les parecía abierto,
y que ya de por sí mismo demandaba un gran arrojo.

Políticamente, la cuestión es: ¿Quién decide? Linda Holloway, la
presidente del Consejo de Kansas, dice que lo que la inquietaba era la
actitud que parecía exhibir el comité científico estatal: «Dadnos
vuestros niños y apartaos de nuestro camino». Las encuestas Gallup han
expuesto de manera invariable (la más reciente en agosto de 1999) que
sólo alrededor de un 10 por ciento de los americanos creen que la vida
evolucionó de manera estricta por azar y fuerzas naturales.
Aproximadamente el 90 por ciento creen que Dios creó la vida bien de
manera directa, bien guiando un proceso gradual. Esta gran mayoría está
comenzando a sospechar que el darwinismo tiene poco que ver con la
ciencia objetiva, y mucho que ver con el mantenimiento de un poder cultural.

Cualquier grupo autorizado para contar la historia de la creación
dominante en una cultura determinada funciona como una especie de
sacerdocio, definiendo lo que debe ser considerado como la verdad
última. En el conflicto de finales del siglo 19 acerca del darwinismo,
T. H. Huxley siguió una estrategia deliberada de derrocar al clero y de
ordenar a los científicos como el nuevo sacerdocio de la sociedad. Esta
es la razón de que fuese crucial para él —y que siga siendo crucial para
sus sucesores— atrincherar el evolucionismo naturalista como la
ortodoxia científica.

El resultado es que, en tanto que la ciencia decimonónica ha sido
superada en otros campos, la biología permanece atrapada en un paradigma
mecanicista caduco. En The Boston Review, James A. Shapiro, de la
Universidad de Chicago, observa que la biología molecular revela una
complejidad en los seres vivos «más en consonancia con la tecnología
informática que con el punto de vista mecánico que dominaba cuando se
formuló la moderna síntesis neodarwinista». Los seres vivientes están
repletos de información compleja análoga al software de un ordenador
—programas o algoritmos que dirigen todo el complejo mecanismo. ¿De
dónde viene esta información? La información exhibe complejidad
especificada, que no es producto ni de la ley ni del azar, sino sólo del
designio.

El lema del movimiento del DI es «enseñar la controversia». Una encuesta
Gallup de junio de 1999 encontró que los americanos favorecen la
enseñanza de la creación junto a la evolución por un margen de 68 por
ciento frente a un 29 por ciento. De manera similar, la Encuesta de
Valores Americanos de John Zogby reveló que el 64 por ciento de los
adultos creen que el creacionismo debería formar parte del currículo de
la escuela pública. Y los estudiantes están de acuerdo: En una encuesta
de lectores de la revista Seventeen, la mitad dijeron que querían la
creación enseñada junto con la evolución. Están apareciendo rápidamente
nuevos recursos; entre los más populares está el texto suplementario
titulado Of Pandas and People [Sobre Pandas y Personas], publicado por
la Foundation for Thought and Etics [Fundación para el Pensamiento y la
Ética]. Y se acaba de publicar un libro en formato de cómic de
Intervarsity Press, titulado What's Darwin Got To Do With It? [¿Qué
tiene Darwin ver con todo esto?], que emplea el humor para clarificar
estas cuestiones para estudiantes de 16 años en la asignatura de biología.

Es evidente que Anna Harvey no está sola en querer expandir el currículo
científico. La cuestión es: ¿cuándo va a permitir el sistema científico
establecido que los estudiantes aprendan acerca de los últimos datos,
lleven a donde lleven? ¡Qué irónico que los acontecimientos actuales se
enseñen en todas las clases … excepto en biología!


http://www.sedin.org/propesp/kansas.htm


Shiliam khemen



Siento vergüenza decirlo, pero confirmo y reconozco, que durante mucho
tiempo yo también creí en la grán mentira del evolucionismo, he aquí la
muestra:


- --

De: Suzudo
Fecha: 03/09/2006 23:25 GTM+2
Hilo: Re: Hoy aula de religión: Evolucionismo
En: es.charla.religion

http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/5c1f22157db3ab3f?dmode=source



De: Suzudo
Fecha: 30/08/2006 23:09 GTM+2
Hilo: Re: evolución (o la mentira más grande jamás contada)
En: es.charla.religion

http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/c4ed34fbc7bf63cc?dmode=source



De: Suzudo
Fecha: 07/09/2006 22:52 GTM+2
Hilo: Re: Preguntas a los evolucionistas
En: es.charla.religion

http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/130377e970385d6f?dmode=source



De: Suzudo
Fecha: 02/09/2006 16:43 GTM+2
Hilo: Re: Hay Muchos Problemas Con la Teoría De La Evolución
En: es.charla.religion

http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/77c5e275e1d1122f?dmode=source



De: Suzudo
Fecha: 31/08/2006 18:56 GTM+2
Hilo: Re: Hay Muchos Problemas Con la Teoría De La Evolución
En: es.charla.religion

http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/647388da9e256c7e?dmode=source

**
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/e02cd10928744c87?dmode=source
**



De: Suzudo
Fecha: 30/08/2006 23:12 GTM+2
Hilo: Re: La Cronologia Del Eslabon Perdido
En: es.charla.religion

http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/5d87436abee0b0a7?dmode=source



De: Suzudo
Fecha: 07/09/2006 22:17 GTM+2
Hilo: Re: Si tuviera una visión
En: es.charla.religion

http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/f5ebbd275008f1eb?dmode=source



De: Suzudo
Fecha: Lun 14 ago 2006 - 18:34 GTM+2
Hilo: Evolución Diseño Inteligente
En: es.charla.religion

http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/862ca49214c0795f?dmode=source



***************


De: Suzudo
Fecha: 04 Nov 2006 20:30:34 +0100
Hilo: ¿Eres un ser espiritual?
En: es.charla.religion

http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/ca3b695051866f29?dmode=source



De: Suzudo
Fecha: 02 May 2006 07:24:34 +0200
Hilo: El más patético intento de responder al reto de la Complejidad
Irreducible
En: es.charla.religion

http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/b06919b4646dec1e?dmode=source



De: Suzudo
Fecha: 04 Nov 2006 01:11:53 +0100
Hilo: Mutaciones "benéficas" en el cuerpo humano?
En: es.charla.religion

http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/22735bd9188ec36a?dmode=source



De: Suzudo
Fecha: 30 Aug 2006 23:08:44 +0200
Hilo: Algunos Sapos Refutan La Evolución
En: es.charla.religion

http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/163f369745346f7c?dmode=source
libera
2008-08-08 10:25:52 UTC
Permalink
Falsificado por el comepollos
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Post by Suzudo
Nancy Pearcey
Más Allá de Kansas
El movimiento del Diseño Inteligente
pone al darwinismo a la defensiva
Anna Harvey, una brillante estudiante en Lawrence, Kansas, que destacaba por recibir siempre
excelente en todas sus asignaturas, levantó la mano un día en la clase de biología. «Sr. Roth,
¿cuándo aprenderemos acerca del creacionismo?» Stan Roth estalló. «¿Cuándo dejará usted de creer
las estupideces que le enseñan sus padres?»
Anna se quedó de piedra, y cinco meses después Roth fue despedido de la escuela. Dicen algunos que
el irascible maestro iba a ser despedido de todas formas, y otros se preguntan si fue una mera
coincidencia que, tres meses después, el Consejo de Educación de Kansas votase 6-4 para
desenfatizar los aspectos especulativos de la evolución —paso este que desencadenó un debate
nacional que continúa hasta ahora.
Otros estados reaccionaron rápidamente. En Kentucky, la palabra «evolución», que había sido
añadida por primera vez a las directrices, fue cambiada otra vez a la anterior locución de «cambio
a través del tiempo». El Consejo de Educación de Nuevo México se movió en dirección opuesta,
revocando las normas de 1996 en las que se exigía a los profesores que «presentasen la evidencia
en favor y en contra de la evolución» y pasando a una presentación unilateral. El Comité Estatal
de Libros de Textos de Oklahoma insertó una declaración en los libros de ciencia manifestando que
la evolución es una cuestión controvertida (idéntica a una declaración insertada en los libros de
texto de Alabama) —decisión que posteriormente fue anulada por el procurador general del estado.
El Condado de Kanawha, en West Virginia, votó en contra de una resolución que habría permitido a
los enseñantes presentar «teorías en favor y en contra de las teorías de la evolución». En otros
estados continúan dándose escaramuzas similares. No es motivo de asombro que la controversia de
Kansas fuese votada como la noticia más importante de 1999 por la Associated Press Association.
Lo que es extraño en toda esta conmoción es que recientemente se habían dado controversias
similares en varios otros lugares —Iowa, Illinois, Washington, California, Nebraska, Oregón, Idaho
y Colorado. Pero éstas apenas si fueron recogidas en la prensa de ámbito nacional. ¿Por qué fue
Kansas diferente? ¿Por qué aparecieron unos editoriales tan mordaces en diarios de grandes
metrópolis por todo el país, e incluso en la prensa internacional? ¿Por qué organizaciones
nacionales como la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS) puso a Kansas en su
punto de mira?
La respuesta es que el debate ha escalado a nuevos niveles por ambos lados, y que Kansas fue un
microcosmos de estas fuerzas enfrentadas en marcha. Un examen detallado de la controversia de
Kansas da una buena panorámica del debate tal como está planteado en la actualidad.
UNA VERDADERA CONFUSIÓN
Consideremos, por ejemplo, la forma en que comenzaron los acontecimientos. Unos inflamados
titulares sugieren que todo comenzó cuando unos fanáticos creacionistas bíblicos intentaron
«imponer [sus] peculiares creencias religiosas al sistema educativo secular de todo un estado»
(por citar al columnista sindicado Lars-Erik Nelson). En realidad, la iniciativa procedió del otro
bando.
Los acontecimientos de Kansas comenzaron en 1995, cuando la Academia Nacional de las Ciencias
(NAS - National Academy of Sciences) emitió unas normas nacionales llamando a unos «cambios
dramáticos» en la forma en que se enseña la ciencia en las escuelas públicas. El Comisario de
Educación de Kansas y el Consejo de Educación designaron un comité para que ajustase las
directrices conformándolas a estas normas, como ya habían hecho muchos otros estados. Las nuevas
directrices aumentaban en mucho la cobertura en clase del tema de la evolución, elevándola incluso
de teoría a un «Concepto Unificador» de la ciencia (junto con conceptos como «medición» y
«evidencia»).
Esto fue excesivo para algunos miembros del consejo. Éstos estaban dispuestos a aumentar la
enseñanza de variaciones comprobables y observables causadas por adaptación, selección natural,
deriva genética, y similares. Pero la evolución «de partículas a humanos» la consideraban como
especulativa, y decidieron eliminarla de los exámenes estatales —lo que significa que los
distritos escolares locales pueden establecer sus propias normas para la enseñanza de la
asignatura.
En resumen, el consejo no prohibió enseñar nada; al contrario, en realidad aumentó la cobertura de
los temas referentes a la evolución, aunque no fue tan lejos como lo deseaba el establecimiento
científico. Y por este acto menor de independencia intelectual, los miembros del consejo fueron
vituperados de forma implacable. Un artículo del Washington Post los llamaba «cabezas de
chorlito», asegurando que serían «eliminados por la selección natural». En el London Evening
Standard, A. N. Wilson echaba pestes acerca de «la estupidez y el provincianismo» de la América
interior. Science publicó una carta en la que se proponía que las universidades rehusasen aceptar
créditos de los cursos de biología de los institutos de Kansas. El director de Scientific
American, John Rennie, apremiaba a los funcionarios encargados de las admisiones en instituciones
superiores de enseñanza a que «clarificasen que … en el futuro, se tendrá que revisar
cuidadosamente la competencia de cualquier estudiante que proceda de aquel estado.» En otras
palabras, castigad a los padres haciendo boicot a sus hijos.
Tres asociaciones nacionales (la Academia Nacional de las Ciencias, la Asociación Nacional de
Enseñantes de Ciencia, y la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia) lanzaron una
contraofensiva contra el consejo revocando el permiso para emplear sus materiales bajo copyright,
lo que obligó a los miembros del consejo a modificar la fraseología de las normas para evitar la
infracción del copyright. En el frente cultural, el Teatro Missouri Repertory en Kansas revisó
rápidamente su programación para presentar «La Herencia del Viento», la famosa obra de teatro que
ha dado forma a la manera en que la mayor parte de la gente contempla la controversia.
REVOLUCIÓN POR DESIGNIO
Pero esta vez, la realidad no siguió al guión. Desde luego, la resistencia inicial procedió de los
creacionistas que mantienen la tesis de una tierra reciente. (Estas personas han sido muy
calumniadas, incluso por parte de otros cristianos, pero han ayudado a mantener una fuerte bolsa
de resistencia frente al evolucionismo naturalista.) Sin embargo, la continuación vino
principalmente de parte de los proponentes de un enfoque conocido como Diseño Inteligente (DI),
que está logrando una penetración sorprendentemente profunda en la línea central de la cultura. El
portavoz oficioso del DI es Phillip E. Johnson, un catedrático de leyes de la Universidad de
California en Berkeley, que se convirtió al cristianismo cercano a hacer los cuarenta años, y que
luego dirigió su aguda mirada a la teoría de la evolución. Tras detectar lo que vio como errores
lógicos en el alegato en favor del darwinismo, Johnson escribió varios libros que han ejercido una
gran influencia, incluyendo Proceso a Darwin, Reason in the Balance [La razón en el fiel de la
balanza], y Defeating Darwinism [Derrotando el darwinismo]. Un libro de próxima aparición se
titula The Wedge of Truth [La cuña de la verdad]. Las penetrantes críticas de Johnson fueron las
primeras en ser oídas con respeto en los ámbitos académicos, y ahora lidera un grupo de
científicos que están desarrollando el argumento en favor del designio, muchos de ellos en el
Centro para la Renovación de la Ciencia y de la Cultura (CRSC - Center for the Renewal of Science
and Culture) del Discovery Institute en Seattle. En el debate que siguió acerca de lo sucedido en
Kansas, los miembros del CRSC tuvieron mucho éxito en hacer oír su voz en los medios generales de
comunicación. Johnson en el Wall Street Journal; Steve Meyer, director del CRSC, en NPR; Jay
Richards, director del programa del CRSC, en el Washington Post; miembros del CRSC como Michael
Behe y Jonathan Wells, en el New York Times y PBS (Sistema Público de Radio y Televisión),
respectivamente.
Más aún, fue casi seguramente el creciente éxito del movimiento del designio lo que provocó de
entrada las reacciones desmesuradas acerca de Kansas. Los libros sobre DI están siendo publicados
por editoriales universitarias del mayor prestigio (The Design Inference, de William Dembski, por
Cambridge University Press, 1998, y el libro de próxima aparición de Paul Nelson, On Common
Descent, University of Chicago Press), y el establecimiento científico está empezando a percibir
el DI como una seria amenaza. Eñ Centro Michael Polanyi de la Universidad Baylor, fundado por
Dembski, celebró el pasado abril de 2000 una conferencia sobre naturalismo en la ciencia que
atrajo a científicos de renombre nacional como Alan Guth, John Searle y el premio Nóbel Steven
Weinberg. La disposición de estos científicos a siquiera plantearse estas cuestiones junto a
proponentes del diseño inteligente como Alvin Platinga y William Lane Craig da una enorme
credibilidad al movimiento del DI.
¿Por qué tiene tanto éxito el DI? La respuesta es en parte que el DI funciona como una gran casa
común en la que se unen diversas estrategias que relacionan la fe y la ciencia. En el pasado, los
cristianos tendían a dividirse en grupos pequeños, a menudo antagonistas, como evolucionistas
teístas, creacionistas progresivos, creacionistas de tierra antigua, creacionistas de tierra
joven, y geólogos diluvialistas. «En esta cuestión, el mundo cristiano estaba jugando a la
defensiva,» explica Johnson. «Estábamos diciendo: “Qué podemos defender? ¿Cuánto tenemos que
abandonar?”».
La desventaja en hacer un juego defensivo es que extiendes las líneas; tienes que proteger cada
puesto para asegurar que el enemigo no rebase ninguno. Por ello, los cristianos argumentaban de
manera estridente acerca de los detalles de los fósiles, de las mutaciones, de las dataciones
radiométricas y de los primeros capítulos de Génesis. Como contraste, dice Johnson, DI es un juego
ofensivo: «Dejamos la fortaleza y emprendemos una misión detrás de las líneas para hacer volar el
cuartel general del otro bando, su almacén de municiones. Cuando se asiente el polvo, puede que
incluso las cuestiones a las que estamos tratando de dar respuesta adopten formas enteramente
nuevas.»
¿Cuál es el «almacén de municiones» del otro bando? Es la definición misma de ciencia, dice
Johnson. Por lo general, el concepto que tenemos de ciencia es que se trata de una investigación
objetiva, el descubrimiento y ensayo de hechos, la manera en que producimos aviones más rápidos y
fármacos más eficaces. Pero hay otra definición que el establecimiento científico mantiene de
manera implícita —y que equivale a la filosofía del naturalismo o materialismo. Se trata de la
idea de que la ciencia puede emplear de forma legítima sólo causas naturales para la explicación
de todo lo que observamos.
La manera en que funciona esta definición de la ciencia es la de deslegitimar cualquier
cuestionamiento de la evolución naturalista. Los darwinistas no preguntan si quizá la vida surgió
de un mar de reactivos químicos; sólo se preguntan cómo lo hizo. No preguntan si quizá las formas
de vida complejas han surgido por evolución de formas más simples; sólo se preguntan cómo lo han
hecho. La presuposición es que las fuerzas naturales, por sí solas, deben (y por tanto, pueden)
explicar el desarrollo de toda la vida sobre la tierra; la única tarea que queda es desentrañar
los detalles.
El biólogo de Harvard Richard Lewontin puso esto al descubierto en un revelador artículo en la New
York Review of Books (9 de enero de 1997). A la vez que expresaba su escepticismo acerca de las
historias «indemostradas de “érase-una-vez”» que a menudo llevan la etiqueta de científicas,
Lewontin acepta sin embargo la historia estándar de la evolución. ¿Y por qué? Porque, según
escribe él, «tenemos un compromiso previo con el materialismo».
Este compromiso no está en sí mismo basado en la ciencia. Bien al revés, según dice Lewontin: Los
científicos aceptan el materialismo primero, y luego se ven «obligados» a definir la ciencia de
tal manera que produce teorías estrictamente materialistas. (En sus propias palabras, «nos vemos
forzados por nuestra adhesión a priori a las causas materiales a crear un aparato de investigación
y un conjunto de conceptos que produzcan explicaciones materiales».)
Al final, Lewontin insiste en que este materialismo «es absoluto, porque no podemos permitir un
pie divino en la puerta». Como comenta Nelson: «El designio queda excluido no porque se haya
demostrado su falsedad, sino porque la ciencia misma ha sido definida como filosofía materialista
aplicada».
Esta fusión de la ciencia con la filosofía materialista es precisamente lo que está en el punto de
mira del movimiento del DI, que tiene el propósito de introducir una cuña entre las dos
definiciones de ciencia. El Consejo de Kansas hizo su propia contribución a la «estrategia de la
cuña» con un cambio de fraseología introducido en las normas, y que ha pasado mayormente
desapercibido. La definición de ciencia fue cambiada, pasando de una actividad que busca
«explicaciones naturales» a una actividad que busca «explicaciones lógicas» —siendo la idea que la
ciencia debería estar abierta a cualquier teoría racional y susceptible de prueba, y no quedar
limitada a teorías naturalistas. Los teorizadores del designio esperan poder apremiar el argumento
contra el darwinismo hasta que los científicos se vean forzados a decidir cuál es la verdadera
definición de ciencia: ¿Seguirán la evidencia adonde lleve, o insistirán en teorías naturalistas,
con independencia de la evidencia?
AGUJEROS EN LA TEORÍA
Naturalmente, el establecimiento científico insiste en que no hay evidencia contra el darwinismo.
Pero la verdad es que la presuposición esencial del darwinismo, esto es, que los cambios menores
se van acumulando hasta originar cambios principales entre organismos, ha sido contestada durante
décadas. Se ha sabido durante largo tiempo que las variaciones menores, como las diferencias entre
las razas de perros o entre las de caballos, no se acumulan en ninguna dirección concreta. Y si no
van a ningún lado para empezar, no van a conducir a ninguna innovación evolutiva principal, por
mucho tiempo que se les dé.
Tomemos un ejemplo que impresionó a Darwin: la variación de los tamaños de los picos entre los
pinzones en las Islas Galápagos. En años recientes se ha descubierto que en tiempos de sequía los
pájaros más grandes sobrevivían mejor y que por ello el tamaño medio del pico aumentaba
ligeramente. ¿Evolución en acción? No exactamente. Cuando las lluvias volvieron, los tamaños de
los picos volvieron a la normalidad. Todo lo que descubrieron los investigadores fue una variación
cíclica que permite a los pinzones sobrevivir bajo condiciones cambiantes. No encontraron
evidencia alguna de surgimiento de estructuras novedosas.
Sin embargo, en una insostenible distorsión de la evidencia, un opúsculo de 1998 publicado por la
Academia Nacional de las Ciencias («Teaching About Evolution and the Nature of Science» [Enseñando
acerca de la evolución y de la naturaleza de la ciencia]) describe el aumento en el tamaño del
pico sin mencionar su regresión a la normalidad. Luego alienta a los enseñantes a especular qué
sucedería en 200 años si el aumento prosiguiera de manera indefinida —si surgiría «una nueva
especie de pinzones». Aquí tenemos una pasmosa distorsión de la evidencia.Como lo comentaba
Johnson en The Wall Street Journal (16 de agosto de 1999): «Cuando nuestros científicos líderes
tienen que recurrir a una clase de distorsión que llevaría a un agente de bolsa a la cárcel, se
puede ver que están metidos en problemas».
Los problemas con el darwinismo son tan bien conocidos que, ya en 1980, las noticias habían
llegado incluso a la prensa popular: Newsweek informó entonces acerca de una conferencia en el
Field Museum of Natural History [Museo de Historia Natural] de Chicago, donde paleontólogos como
Stephen Jay Gould de Harvard anunciaron que el registro fósil no presta apoyo al cambio gradual y
continuo que Darwin había predicho. En lugar de ello, la evidencia global en las rocas —lo que
Gould designó como «el secreto del gremio de los paleontólogos»— se compone de apariciones
repentinas de nuevas formas de vida sin formas de transición que lleven a ellas, seguidas de
largos períodos de inestabilidad. El resultado es que en la actualidad los biólogos están
investigando algún nuevo mecanismo desconocido que tenga la capacidad de generar cambios
sistémicos repentinos y a gran escala.
Pero, cosa extraña, cuando se reta a los científicos líderes, como en la decisión de Kansas,
responden como si nunca hubieran oído acerca de la controversia macroevolucionista. Se refugian en
una confusión semántica, y emplean el término «evolución» para significar tanto la variación
menor, limitada, como el surgimiento de estructuras novedosas —como si lo primero fuera el motor
que impulsa lo segundo. «Cada vez que un agricultor pulveriza piretroides y las polillas siguen
comiéndose su algodón, este agricultor está contemplando la evolución en acción,» escribió
Jonathan Weiner en el Philadelphia Enquirer. ¿Es que estos granjeros de Kansas no lo entienden?,
preguntaba malhumorado. La respuesta es, claro que lo entienden. Sencillamente, lo que no creen es
que esas variaciones menores, como la resistencia a los insecticidas, produjeron al principio las
polillas mismas.
Además, está surgiendo nueva evidencia contra el darwinismo. En paleontología, el estallido del
Cámbrico ha planteado problemas desde hace largo tiempo, al revelar que todos los planes
corporales principales de los animales surgieron en el registro fósil a la vez —pauta ésta
incompatible con el gradualismo darwinista. Más devastadores todavía son los recientes hallazgos
que ponen del revés el árbol de la vida: En lugar de que las variaciones menores se vayan
acumulando para producir categorías principales de organismos, las principales categorías aparecen
en primer lugar, y luego se van diversificando en variedades. En contra de la predicción de
Darwin, «el desarrollo de los seres vivos no es de abajo arriba, sino de arriba abajo», dice el
biólogo Paul Chien de la Universidad de San Francisco.
Por su parte, la biología molecular revela que la célula viviente es mucho más compleja de lo que
Darwin hubiera podido jamás soñar. Se parece a una diminuta fábrica, llena de máquinas moleculares
que funcionan como motores, bombas, muelles y relojes. «Las hay que son “camiones” que transportan
suministros de un compartimiento de la célula a otro», explica Behe, el autor de La Caja Negra de
Darwin. «Unas máquinas cargadoras llenan los camiones y les aplican una “etiqueta direccionadora”,
y cuando llegan a la “dirección” correcta, unas máquinas de atraque abren los camiones y sacan los
suministros.» Unos sistemas tan complejos no pueden surgir en el proceso gradual, de pieza por
pieza, que exige el darwinismo, argumenta Behe, porque todas las piezas coordinadas han de estar
en su puesto antes de poder empezar a funcionar. También se ha arrojado una nueva luz sobre el
origen de la vida con el surgimiento de la teoría de la información. En The Mystery of Life's
Origin [El misterio del origen de la vida], Charles Thaxton, Walter Bradley y Roger Olsen
argumentan que el DNA tiene la misma estructura que un lenguaje, y que por ello mismo el origen de
la vida tiene que ser replanteado como el origen de la información biológica. Pero las fuerzas
naturales son incapaces de generar información, como tampoco las palabras en esta página son
creadas por las fuerzas moleculares en el papel y la tinta. También el darwinismo ha sufrido por
trastornos en evidencias clave —como el caso de las polillas del abedul en Inglaterra. Según el
planteamiento estándar de los libros de texto, durante la Revolución Industrial, cuando los
troncos de los árboles quedaron oscurecidos por hollín, una variedad clara de la polilla quedó más
a descubierto ante los pájaros predadores, y éstas eran comidas, mientras que una variedad más
oscura adquirió gran auge. Esto había sido aplaudido como un ejemplo fundamental de selección
natural. Sin embargo, como Wells ha demostrado en The Scientist (24 de mayo de 1999), estas
polillas no se posan realmente sobre los troncos (vuelan alrededor de las ramas superiores), y que
aquellas fotografías tan sumamente difundidas de las polillas eran todas ellas un montaje. El
biólogo Theodore Sargent de la Universidad de Massachusetts admitió recientemente que para la
filmación de un documental de NOVA había pegado polillas muertas sobre troncos.
Y este no es un incidente aislado. «Es típico de la manera en que se distorsionan las evidencias
clave para hacer parecer más poderosa la evidencia en favor del darwinismo», dice Wells. En
American Biology Teacher (mayo de 1999) Wells refuta el conocido dibujo de embriones dispuestos en
paralelo —pez, anfibio, ave y mamífero— que se supone que respaldan la descendencia común. Este
dinujo aparece en muchos libros de texto de biología, pero se ha sabido durante casi un siglo que
las figuras fueron manipuladas —alargadas aquí, acortadas allá—, para hacerlas parecer más
similares de lo que lo son en realidad.
LA DETECCIÓN DEL DESIGNIO
Pero no es suficiente con exponer los problemas del darwinismo; es necesario proponer una
alternativa positiva —y esto ha resultado ser mucho más difícil. Un punto de inflexión llegó con
el trabajo de Charles Thaxton, que estudió bajo Francis Schaeffer en L’Abri, en Suiza, y que luego
hizo un trabajo posdoctoral en Harvard en la década de 1970. Estudiando científicos de siglos
anteriores, Thaxton observó que ellos hablaban de «causas naturales» y «causas inteligentes», y
razonó que debía haber alguna manera de distinguir entre ambas —que habría alguna manera de
identificar de manera empírica los efectos de la inteligencia.
En The Mystery of Life's Origin [El misterio del origen de la vida], Thaxton identificó la
impronta del diseño inteligente como «complejidad especificada» —una estructura compleja que se
ajusta a una pauta preconcebida. El concepto es explicado con mayor detalle en la obra de William
Dembski Intelligent Design [Diseño Inteligente] (InterVarsity, 1999). «Mi padre, que es enseñante,
solía contar una historia para ilustrar el concepto del designio», dice Dembski. «El mejor
estudiante y el peor de ellos se sientan juntos para un examen importante, y cuando el profesor
corrige sus exámenes, encuentra que ambos dan exactamente las mismas respuestas. ¿Acaso alguien se
cree que esto ha sido por casualidad?» (El colmo en esta historia es que en la última pregunta, el
mejor estudiante escribió: «No comprendo esta pregunta», y el peor escribió: «Yo
tampoco» —confirmándose con ello la hipótesis del designio.)
No sólo los enseñantes, sino también muchas otras profesiones, observa Dembski, han desarrollado
medios para detectar designio. Los científicos buscan señales reveladoras de que un experimento ha
sido falseado, de que los datos han sido «fabricados». Los detectives aprenden a distinguir entre
asesinato y muerte por causas naturales. Las compañías aseguradoras distinguen de manera general
entre incendios provocados y accidentales. El planteamiento de la teoría del DI es que se puede
detectar el designio también en la naturaleza. En cierto sentido, todos lo admiten. La evidencia
de designio aparece constantemente en los laboratorios. «Lo que hacemos en biología molecular es
realmente ingeniería inversa», explica el proponente del DI, Scott Minnich, de la Universidad de
Idaho: «Examinamos estructuras complejas en la célula y tratamos de conseguir los proyectos.» Ni
siquiera Darwin negó la evidencia del designio; más bien, tenía la esperanza de demostrar que los
seres vivos sólo parecen diseñados, en tanto que serían sólo en realidad productos de ley y azar.
Su objetivo, explica Francisco Ayala de la Universidad de California, era «excluir a Dios como la
explicación que diera cuenta del evidente diseño de los organismos». Y así, el archidarwinista
Richard Dawkins, en El Relojero Ciego, define la biología misma como «el estudio de cosas
complicadas que parecen haber sido diseñadas con un propósito». Así, no se trata de si hay
evidencia de diseño, sino de si este diseño es real o sólo una apariencia. Lo que hace más
apremiante esta pregunta en la actualidad es que el designio ya no se encuentra sólo en los seres
vivos, sino también en el universo físico. En cosmología, el llamado principio antrópico nos dice
que el universo mismo está finamente equilibrado para dar sustento a la vida. «Imaginemos una
máquina creadora del universo,» dice Meyer, «con miles de diales que representan la constante
gravitatoria, la carga del electrón, la masa del protón, y demás. Cada dial tiene muchos posibles
ajustes, y lo que se descubre es que incluso el más pequeño cambio haría un universo en el que la
vida sería imposible.» Pero, por alguna razón, cada dial está ajustado al valor necesario para
«Una interpretación de sentido común de los hechos sugiere que un superintelecto ha manipulado la
física».
LA CASA COMÚN DEL DI
¿Quién es este «superintelecto»? ¿Es la inteligencia sólo una palabra clave para Dios? Esta es la
acusación de los críticos. Pero el planteamiento innovador de Thaxton es que «causa inteligente»
da una categoría genérica para referirse a cualquier inteligencia, sea humana, divina, o alguna
mente indefinida en la naturaleza —lo que provee una manera de hablar del designio sin asumir
ninguna presuposición teológica. «Se pueden detectar de forma empírica los productos de una
inteligencia sin especificar quién pueda ser el agente», explica Thaxton. Así es como el
movimiento del DI ha llegado a ser una «casa común», atrayendo a personas procedentes de una
diversidad de trasfondos religiosos. El miembro del CRSC David Berlinski, que ha publicado
artículos críticos acerca del darwinismo en Commentary, es judío. En Kansas, entre los que daban
su apoyo al consejo se incluían musulmanes locales y un grupo de Hare Krisnas, que aparecieron en
una reunión vestidos de sus ropajes color azafrán. Hasta agnósticos que creen que el universo es
de alguna manera teleológico han unido sus esfuerzos con el movimiento del designio, como Michael
Denton, autor del influyente libro Evolution: A Theory in Crisis [La evolución: una teoría en
crisis]. Su libro más reciente, Nature's Destiny [El destino de la naturaleza], argumenta que el
propósito impregna el universo a todos los niveles. «El poder del DI es precisamente su
minimalismo», dice Todd Moody, un agnóstico y profesor en la Universidad de St. Joseph. «Viaja de
ligero, sin carga teológica.»
Entre los cristianos, el DI muestra promesa de unir a facciones a menudo hostiles, desde
creacionistas de tierra reciente hasta evolucionistas teístas, y todos en medio. Paul Ackerman de
Wichita State University, que ayudó a elaborar las normas de Kansas, es un creacionista de tierra
reciente que dice que el DI «ha servido para crear un amplio paraguas». Aunque los cristianos
siguen debatiendo entre ellos acerca de cuestiones como la edad de la tierra, cuando hacen frente
al mundo secular «dejamos de lado nuestras diferencias», dice Ackerman. «Nos damos cuenta de que
lo que nos une es más que lo que nos divide.»
Incluso muchos evolucionistas teístas, que han estado entre los más militantes críticos del
movimiento del DI, están alineándose con la crítica que hace del naturalismo. Denis Lamoreux de
St. Joseph's College en Canadá, ha vertido críticas en muchas ocasiones contra Johnson y otros
teorizadores del designio. Sin embargo, manifestó a Christianity Today: «Soy un ardiente
teorizador del designio». De forma semejante a los biólogos románticos del siglo dieciocho,
Lamoreux hace una analogía entre la evolución de las especies y el desarrollo de los embriones,
considerando lo uno y lo otro como un proceso teleológico —el desenvolvimiento de potenciales
contenidos.
De manera similar, Howard Van Till, profesor emérito del Calvin College, ha debatido
frecuentemente en público con los proponentes del DI. Pero su propio punto de vista es que el
universo está «dotado intencionalmente» por Dios con la capacidad de generar nuevas formas a
partir de unidades más simples, de modo que el diseño está precargado en las condiciones
iniciales. Todo lo que Lamoreux y Van Till necesitan hacer es dar un contenido empírico al
concepto de diseño precargado, y entonces caerían dentro del campo del designio. Tal como están
las cosas, en lo empírico la posición de ambos se mantiene idéntica a la del evolucionismo
naturalista, mientras que en lo conceptual no tiene relación con la versión materialista de la
evolución que mantiene el establecimiento científico. El DI es incompatible sólo con aquellas
formas de la evolución teísta que adoptan el naturalismo metodológico, el principio de que en
ciencia sólo se pueden invocar causas no dirigidas, sin guía.
UNA FALSA NEUTRALIDAD
Para resumir, aunque el DI no demanda ninguna presuposición teológica, es evidente que sí tiene
implicaciones teológicas. Está resueltamente opuesto a la perspectiva atea, aleatoria y carente de
propósito de la evolución que se enseña en los centros de poder de la ciencia. Esto nos lleva al
tema final que podemos extraer de la controversia de Kansas: el rechazo por parte de tantos de
reconocer que la religión está realmente en juego en esta cuestión. Los editoriales y columnas que
se han publicado estaban saturados del argumento de que la gente de Kansas estaba en un error al
considerar el evolucionismo normativo como contradictorio con su fe.
La presuposición subyacente es que la ciencia es una cuestión de hechos y de razón, mientras que
la religión es cosa de fe —y que ambas esferas nunca pueden coincidir. La Academia Nacional de las
Ciencias lo recapituló en una resolución de 1981 con estas palabras: «La religión y la ciencia son
ámbitos separados y mutuamente exclusivos del pensamiento humano, y la presentación de ambas en un
mismo contexto lleva a malos entendidos tanto de la teoría científica como de la creencia
religiosa».
Sin embargo, esta pose de neutralidad es patentemente falsa, y sólo tiene la intención de servir
para relaciones públicas, en un intento de impedir que los teístas hagan declaraciones acerca de
la ciencia. Porque nunca se invoca en contra de que los evolucionistas materialistas hagan
declaraciones acerca de la religión. Por ejemplo, escribiendo en Time, Gould intenta
tranquilizarnos diciendo que «Ninguna teoría científica, incluyendo la evolución, puede constituir
amenaza alguna para la religión» porque pertenecen a ámbitos separados que no entran en contacto.
Pero la única manera en que podemos separar los dos ámbitos de una manera tan limpia es negando
que la religión tenga ningún papel en lo cognoscitivo. La ciencia trata del «estado objetivo» del
mundo, escribe él, mientras que la religión trata acerca de «el significado espiritual y los
valores éticos». Por ello, cuando se trata de lo que él considera el mundo real, Gould permite que
la ciencia «solape» la religión en todo momento. «Antes de Darwin, pensábamos que un Dios
benevolente nos había creado», escribe él en Ever Since Darwin [A partir de Darwin]: «La biología
nos arrebató nuestra posición como paradigmas creados a imagen de Dios».
John Haught, un evolucionista teísta y teólogo de la Universidad de Georgetown, sugiere que Gould
está actuando con duplicidad. Porque si el «mensaje filosófico» de la evolución es en realidad que
la materia es lo único que existe, como insiste Gould, y que el universo carece de propósito,
«entonces ninguna teología concebible, por cualquier definición, podrá jamás coexistir cómodamente
con la evolución».
Precisamente. Y por cada científico que entona melifluamente que la evolución coexiste
pacíficamente y de manera grata con la religión, hay otro que proclama abiertamente sus
implicaciones antiteístas. En su obra La peligrosa idea de Darwin, Daniel Dennett, profesor de
Tufts, alaba a Darwin como un «ácido universal» que destruye «prácticamente cada uno de los
conceptos tradicionales» de la religión y de la moralidad. Comentando acerca de Kansas, Steven
Weinberg declaró ante la Fundación para la Libertad Frente a la Religión: «Personalmente, creo que
la enseñanza de la ciencia moderna es destructiva de las creencias religiosas, y estoy totalmente
a favor de esta enseñanza.» Si la ciencia ayuda a conseguir el fin de la religión, concluía él,
«sería la contribución más importante que habría hecho la ciencia». Una encuesta de Ed Larson y
Larry Witham en Scientific American (septiembre de 1999) que revela que alrededor del 95 por
ciento de los miembros de la Academia Nacional de las Ciencias rechazan la creencia en un Dios
personal —y que además piensan que la ciencia misma lleva a esta conclusión. Existe una patente
inconsecuencia cuando estos mismos científicos quieren tranquilizar a la sociedad en el sentido de
que la ciencia es neutral acerca de la cuestión de Dios. «Esto, os lo puedo asegurar, ya lo ha
comprendido bien claro la gente de Kansas,» dice Johnson: «Ellos consideran que la élite
científica esta mintiendo descaradamente acerca de esta cuestión.»
La gente de Kansas y de otras partes saben muy bien que a sus hijos les están enseñando que son
producto de un mecanismo no dirigido y material —y que esto tiene unas enormes implicaciones
religiosas. Un texto de biología empleado en la Universidad de Kansas dice abiertamente que «los
fenómenos biológicos, incluyendo aquellos que tienen una apariencia de designio, pueden explicarse
por causas puramente materiales, en lugar de por creación divina». Un texto extensamente usado en
institutos, publicado por Prentice Hall, describe la evolución como «al azar y sin dirección»,
operando «sin plan ni propósito». Un libro de texto de Addison-Wesley dice: «Darwin dio a la
biología una sana base científica al atribuir la diversidad de la vida a causas naturales en lugar
de a la creación sobrenatural». En teoría, las escuelas estatales americanas deben ser neutrales
por lo que atañe a la religión, pero estas declaraciones son abiertamente contrarias a todas las
religiones teístas.
El desentrañamiento de las implicaciones religiosas es la clave para la enseñanza de los orígenes
en las escuelas públicas. La presuposición general es que la negación del designio es ciencia,
pero que la afirmación del designio es religión, y que por ello no se puede enseñar en las
escuelas públicas. «¿Pero cómo puede ser esto así?», pregunta Meyer: «El darwinismo y la teoría
del designio no tratan de dos cuestiones diferentes. Representan dos respuestas alternativas a la
misma pregunta. ¿Cómo surgió la vida y su diversidad sobre la tierra?». Esta falsa asimetría ha
sido empleada para justificar una forma de «discriminación de puntos de vista», argumenta Meyer,
algo que la Corte Suprema de los Estados Unidos ha declarado inconstitucional.
ENSEÑAR LA CONTROVERSIA
Con independencia de si el ataque contra Anna Harvey tuvo algo que ver con la controversia de
Kansas, desde luego constituye un vívido ejemplo de la hostilidad que los estudiantes cristianos
encuentran con frecuencia en las escuelas públicas. Es posible que la decisión del consejo no haya
sido la ideal —hasta los simpatizantes dicen que las escuelas deberían enseñar más acerca del
darwinismo, no menos, y familiarizar a los estudiantes con los problemas irresueltos y con las
evidencias contrarias. Y lo cierto es que los miembros del consejo dicen que ellos mismos lo
hubieran preferido. Pero, a la vista de la amenaza de costosos pleitos, adoptaron el único camino
que les parecía abierto, y que ya de por sí mismo demandaba un gran arrojo.
Políticamente, la cuestión es: ¿Quién decide? Linda Holloway, la presidente del Consejo de Kansas,
«Dadnos vuestros niños y apartaos de nuestro camino». Las encuestas Gallup han expuesto de manera
invariable (la más reciente en agosto de 1999) que sólo alrededor de un 10 por ciento de los
americanos creen que la vida evolucionó de manera estricta por azar y fuerzas naturales.
Aproximadamente el 90 por ciento creen que Dios creó la vida bien de manera directa, bien guiando
un proceso gradual. Esta gran mayoría está comenzando a sospechar que el darwinismo tiene poco que
ver con la ciencia objetiva, y mucho que ver con el mantenimiento de un poder cultural.
Cualquier grupo autorizado para contar la historia de la creación dominante en una cultura
determinada funciona como una especie de sacerdocio, definiendo lo que debe ser considerado como
la verdad última. En el conflicto de finales del siglo 19 acerca del darwinismo, T. H. Huxley
siguió una estrategia deliberada de derrocar al clero y de ordenar a los científicos como el nuevo
sacerdocio de la sociedad. Esta es la razón de que fuese crucial para él —y que siga siendo
crucial para sus sucesores— atrincherar el evolucionismo naturalista como la ortodoxia científica.
El resultado es que, en tanto que la ciencia decimonónica ha sido superada en otros campos, la
biología permanece atrapada en un paradigma mecanicista caduco. En The Boston Review, James A.
Shapiro, de la Universidad de Chicago, observa que la biología molecular revela una complejidad en
los seres vivos «más en consonancia con la tecnología informática que con el punto de vista
mecánico que dominaba cuando se formuló la moderna síntesis neodarwinista». Los seres vivientes
están repletos de información compleja análoga al software de un ordenador —programas o algoritmos
que dirigen todo el complejo mecanismo. ¿De dónde viene esta información? La información exhibe
complejidad especificada, que no es producto ni de la ley ni del azar, sino sólo del designio.
El lema del movimiento del DI es «enseñar la controversia». Una encuesta Gallup de junio de 1999
encontró que los americanos favorecen la enseñanza de la creación junto a la evolución por un
margen de 68 por ciento frente a un 29 por ciento. De manera similar, la Encuesta de Valores
Americanos de John Zogby reveló que el 64 por ciento de los adultos creen que el creacionismo
debería formar parte del currículo de la escuela pública. Y los estudiantes están de acuerdo: En
una encuesta de lectores de la revista Seventeen, la mitad dijeron que querían la creación
enseñada junto con la evolución. Están apareciendo rápidamente nuevos recursos; entre los más
populares está el texto suplementario titulado Of Pandas and People [Sobre Pandas y Personas],
publicado por la Foundation for Thought and Etics [Fundación para el Pensamiento y la Ética]. Y se
acaba de publicar un libro en formato de cómic de Intervarsity Press, titulado What's Darwin Got
To Do With It? [¿Qué tiene Darwin ver con todo esto?], que emplea el humor para clarificar estas
cuestiones para estudiantes de 16 años en la asignatura de biología.
Es evidente que Anna Harvey no está sola en querer expandir el currículo científico. La cuestión
es: ¿cuándo va a permitir el sistema científico establecido que los estudiantes aprendan acerca de
los últimos datos, lleven a donde lleven? ¡Qué irónico que los acontecimientos actuales se enseñen
en todas las clases … excepto en biología!
http://www.sedin.org/propesp/kansas.htm
Shiliam khemen
Siento vergüenza decirlo, pero confirmo y reconozco, que durante mucho
tiempo yo también creí en la grán mentira del evolucionismo, he aquí la
- --
De: Suzudo
Fecha: 03/09/2006 23:25 GTM+2
Hilo: Re: Hoy aula de religión: Evolucionismo
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/5c1f22157db3ab3f?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 30/08/2006 23:09 GTM+2
Hilo: Re: evolución (o la mentira más grande jamás contada)
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/c4ed34fbc7bf63cc?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 07/09/2006 22:52 GTM+2
Hilo: Re: Preguntas a los evolucionistas
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/130377e970385d6f?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 02/09/2006 16:43 GTM+2
Hilo: Re: Hay Muchos Problemas Con la Teoría De La Evolución
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/77c5e275e1d1122f?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 31/08/2006 18:56 GTM+2
Hilo: Re: Hay Muchos Problemas Con la Teoría De La Evolución
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/647388da9e256c7e?dmode=source
**
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/e02cd10928744c87?dmode=source
**
De: Suzudo
Fecha: 30/08/2006 23:12 GTM+2
Hilo: Re: La Cronologia Del Eslabon Perdido
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/5d87436abee0b0a7?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 07/09/2006 22:17 GTM+2
Hilo: Re: Si tuviera una visión
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/f5ebbd275008f1eb?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: Lun 14 ago 2006 - 18:34 GTM+2
Hilo: Evolución Diseño Inteligente
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/862ca49214c0795f?dmode=source
***************
De: Suzudo
Fecha: 04 Nov 2006 20:30:34 +0100
Hilo: ¿Eres un ser espiritual?
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/ca3b695051866f29?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 02 May 2006 07:24:34 +0200
Hilo: El más patético intento de responder al reto de la Complejidad
Irreducible
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/b06919b4646dec1e?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 04 Nov 2006 01:11:53 +0100
Hilo: Mutaciones "benéficas" en el cuerpo humano?
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/22735bd9188ec36a?dmode=source
De: Suzudo
Fecha: 30 Aug 2006 23:08:44 +0200
Hilo: Algunos Sapos Refutan La Evolución
En: es.charla.religion
http://groups.google.es/group/es.charla.religion/msg/163f369745346f7c?dmode=source
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